Los líderes rusos tienen algo contra Reino Unido. La rivalidad está muy arraigada, y data de los primeros días de la participación del Imperio Otomano en la lucha por su cadáver, sobre todo en la Guerra de Crimea. El Gran Juego duró décadas y vio a Rusia intentando debilitar el control británico sobre la India. En 1917, Vladimir Lenin afirmó que “Inglaterra es nuestro mayor enemigo”. Si prestaba atención a Winston Churchill, que se refería a “el asqueroso babuino del bolchevismo”, puede que tuviera razón.
El interés británico en los asuntos rusos y soviéticos ha sido a menudo correspondido, especialmente durante la Guerra Fría. Pero si se cree en un controvertido informe del Comité de Inteligencia y Seguridad del Parlamento Británico, que fue finalmente publicado la semana pasada, el interés no es tan intenso como debería ser. Rusia “considera al Reino Unido como uno de sus principales objetivos de inteligencia occidental”, desplegando considerables recursos del Estado. Su objetivo primordial es buscar todas y cada una de las oportunidades para crear división, no menos en los estados miembros de la OTAN, de ahí su clara preferencia de que el Reino Unido sea debilitado a través de su salida de la Unión Europea. Por eso el presidente Vladimir Putin también parece respaldar la independencia de Escocia.
La sorprendente revelación del informe no fue que los servicios de seguridad británicos se hubieran dormido al volante y no entendieran el alcance de la interferencia rusa en las elecciones, sino que no parecían estar interesados, incluso después de la tan publicitada participación rusa en la votación presidencial de Estados Unidos en 2016. Cuando el comité preguntó al MI5, el servicio de seguridad, sobre tal interferencia, regresó con unas insignificantes seis líneas. No es que no supieran la respuesta; ni siquiera se molestaron en hacer la pregunta.
Pocos informes del comité han atraído tanta controversia. Se escribió hace más de un año y se presentó el pasado mes de octubre, pero el gobierno impidió su publicación antes de las elecciones generales de diciembre, alegando que no había tenido tiempo de eliminar ningún elemento que pudiera comprometer la seguridad nacional. Sólo después de una discusión sobre la elección del nuevo presidente del comité de inteligencia – una batalla que el gobierno perdió – se ordenó su publicación, unos 18 meses después de haber dejado de tomar pruebas. El nuevo presidente fue claro: “Este comité ha sido objeto de un retraso y una dislocación sin precedentes”.
Los oligarcas rusos se han dirigido con frecuencia a Londres, lo que le ha valido a la capital el apodo de “Londongrad”. Están bien instalados en el mundo político y empresarial británico, junto con organizaciones criminales que buscan blanquear sus fondos. A la mezcla se añade la considerable cantidad de donaciones políticas vinculadas a Rusia. Se sabe que 14 ministros del gobierno han aceptado donaciones vinculadas a Moscú, así como dos miembros del propio comité de inteligencia. La acusación subyacente es que la financiación rusa al partido conservador influyó en los retrasos de la publicación del informe.
Recuerda, al considerar la amenaza rusa al Reino Unido, que sus agentes usaron Polonio-210 para asesinar a la figura de la oposición Alexander Litvinenko en el centro de Londres en 2006. Y, en 2018, un avanzado agente nervioso fue usado en un intento fallido de matar al ex oficial de inteligencia ruso Sergei Skripal en Salisbury. La idea de que Rusia podría ser un aliado bajo el mando de Putin fue seguramente aplastada.
Las historias de los intentos rusos de interferir en las elecciones también tienen una historia significativa. Las acusaciones de que Moscú intentó varias actividades de desinformación durante el referéndum de independencia de Escocia en 2014 fueron abundantes.
Pero esto alcanzó nuevas alturas durante la campaña del referéndum de la Unión Europea de 2016 y las elecciones generales de 2017. A esto se sumó la piratería del Comité Nacional Demócrata de Estados Unidos en 2016 y la interferencia en las elecciones presidenciales francesas de 2017. El comité no intentó llegar a ninguna conclusión sobre si esas medidas rusas marcaron alguna diferencia, como sería difícil de probar. Pero sí se preguntó por qué el gobierno británico y los servicios de seguridad mostraron tan poco interés. Al principio, los ministros británicos se mostraron reacios a señalar a Rusia, pero esto empezó a cambiar a partir de 2017.
Lo que ha cambiado es la capacidad de difundir noticias falsas y desinformación a través de los medios de comunicación social. Las agencias rusas, con la ayuda de bots y troles, así como sus medios internacionales RT y Sputnik, pueden difundir noticias falsas. También puede participar en operaciones de piratería y filtración, como con el DNC. El comité fue despreciativo acerca de las empresas de medios sociales, que deben “tomar en serio el uso estatal hostil encubierto de sus plataformas”.
Reino Unido ha tomado una postura dura sobre Rusia en el extranjero. Fue parte de la imposición de sanciones a Moscú después de su anexión ilegal de Crimea, se opuso a su interferencia en Ucrania, y también en Siria. Extrañamente, esto parece no haberse extendido al frente interno. La concentración en ISIS y Al-Qaeda puede explicar esto en parte, pero también hay una comprensible renuencia de los servicios de seguridad a participar en las elecciones, por temor a las acusaciones de interferencia en el proceso democrático.
Habiendo tratado de suprimir el informe del comité, uno tiene que preguntarse cuán seriamente el gobierno tomará sus conclusiones. ¿Se encargará un solo organismo de proteger la democracia británica de la intrusión? El comité no pudo determinar quién estaba a cargo de las operaciones cibernéticas. Otras recomendaciones que podrían ser tomadas incluyen un registro de los grupos de presión que representan a las potencias extranjeras, algo que los EE.UU. ha hecho desde 1938. No hay que descartar medidas proactivas, ya que Gran Bretaña finalmente anunció planes para una capacidad cibernética ofensiva en 2013.
Por el momento, Estados como Rusia y China tienen muchas oportunidades de interferir y perturbar los sistemas políticos occidentales. Incluso ahora, el alcance de esta infiltración está lejos de ser claro. ¿Funciona? Quién sabe, y parece que no le importa demasiado. Sin embargo, el 49% de los británicos creen que Rusia sí influyó en el referéndum de la UE, socavando la fe en el proceso democrático, que es en sí mismo un objetivo ruso. Reino Unido tiene que trabajar con sus aliados para cerrar las escotillas y tomar una acción conjunta concertada. Otros estados deben examinar este informe cuidadosamente para tomar en cuenta las advertencias que destaca.