Después de culpar a Teherán de un ciberataque sin precedentes contra Albania, el socio de la OTAN, Estados Unidos impuso el viernes sanciones al Ministerio de Inteligencia y Seguridad de Irán y a su ministro Esmail Khatib.
Según el gobierno albanés, piratas informáticos iraníes lanzaron el ataque el 15 de julio con la intención de interrumpir los servicios gubernamentales y acceder a información y comunicaciones sensibles.
Tirana afirmó que, en general, el ataque fracasó y no dejó daños permanentes, a pesar de las afirmaciones en contrario de Estados Unidos, que culpó al Ministerio de Inteligencia de su ejecución.
Según el subsecretario del Tesoro, Brian Nelson, “el pirateo iraní contra Albania hace caso omiso de las normas de comportamiento estatal responsable en tiempos de paz en el ciberespacio”, que incluyen una directriz sobre la abstención de destruir infraestructuras esenciales que prestan servicios al público.
Según el Tesoro, el Ministerio de Finanzas controla numerosas redes implicadas en el ciberespionaje, la piratería informática y el ransomware.
El Tesoro identificó un grupo cibernético iraní al que llamó “MuddyWater” que, según dijo, ha estado realizando campañas cibernéticas contra objetivos internacionales desde al menos 2018. El grupo supuestamente robó información sensible y utilizó ransomware explotando agujeros en las redes de los objetivos.
Según MuddyWater, las agencias gubernamentales turcas fueron el objetivo de una campaña cibernética continua a finales del año pasado.
Además de sus ataques centrados en las infraestructuras, los hackers iraníes fueron acusados de divulgar documentos oficiales de Tirana, así como información personal de algunos albaneses.
En respuesta al ciberataque, Albania rompió el miércoles sus vínculos con Teherán.
Nelson hizo un comentario en la línea de “no permitiremos las acciones cibernéticas cada vez más agresivas de Irán dirigidas a Estados Unidos o a nuestros aliados y socios”.
Las sanciones tratan de impedir el acceso de las personas o entidades designadas a los sistemas financieros mundiales, congelando los activos que puedan tener dentro de la jurisdicción estadounidense y prohibiendo a cualquier persona o entidad estadounidense (incluidos los bancos extranjeros con operaciones en Estados Unidos) realizar cualquier tipo de transacción con ellas.