De acuerdo con un diplomático occidental citado por el periódico Israel Hayom, Irán llevó a cabo una serie de 13 pruebas de misiles en agosto como parte de las lecciones aprendidas tras su fallido ataque contra Israel en abril.
Estas pruebas podrían estar relacionadas con una posible represalia por el asesinato del líder de Hamás, Ismail Haniyeh, en Teherán, acción que se atribuye ampliamente a Israel.
En el ataque de abril, aproximadamente la mitad de los 150 misiles lanzados por Irán entre el 13 y el 14 de ese mes no lograron impactar territorio israelí, según informaron las autoridades tras la ofensiva.
Un funcionario insinuó que operaciones encubiertas realizadas por Estados Unidos, Israel y sus aliados occidentales jugaron un papel crucial en la alta tasa de fallos de los misiles. Además, el diplomático mencionó problemas con los materiales y la baja calidad de la mano de obra iraní.
Este ataque de abril representó la primera vez que la República Islámica lanzó un ataque directo contra Israel, disparando alrededor de 300 drones y misiles desde su territorio.
La acción fue en represalia por la muerte de siete miembros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, incluidos dos generales, quienes murieron en lo que se presume fue un ataque aéreo israelí el 1 de abril. El bombardeo tuvo lugar en un edificio cercano al consulado iraní en Damasco.
Inicialmente, Irán no creyó los informes israelíes que señalaban que el daño se limitaba a una base aérea con consecuencias menores. Sin embargo, una vez que verificaron la veracidad de los reportes, los iraníes comenzaron a investigar lo sucedido y a buscar formas de mejorar sus sistemas para futuros ataques, según explicó el funcionario.