El Convair XFY Pogo, un producto de la innovadora era de los años 50, cautivó la imaginación con su distintivo diseño “tailsitter” y sus prometedoras capacidades de despegue y aterrizaje vertical (VTOL). Realizó su primer vuelo cautivo el 19 de abril de 1954.
El origen de la tecnología VTOL en la Marina de EE. UU. y su contexto histórico
La Marina de EE. UU., anticipándose a las necesidades de un escenario bélico post-Segunda Guerra Mundial, exploró en la década de 1950 alternativas al despegue y aterrizaje convencional para cazas. Esta búsqueda se enmarcaba en un período donde la recién adquirida supremacía aérea de EE. UU. debía adaptarse a un mundo transformado por el advenimiento de las armas nucleares. El liderazgo militar estadounidense era consciente de que su exclusividad en armamento nuclear era temporal, y que la Unión Soviética se perfilaba como una inminente potencia nuclear.
La detonación nuclear en Semipalatinsk en 1949, en lo que hoy es Kazajistán, marcó el inicio de una competencia militar a nivel nuclear entre EE. UU. y la Unión Soviética. Este evento aceleró la necesidad de innovar en estrategias militares, especialmente en lo concerniente a la aviación de combate. Con un arsenal combinado que eventualmente superaría las 70,000 armas nucleares, la doctrina de la Destrucción Mutua Asegurada cobraba una relevancia crítica. En este contexto, la guerra nuclear no era una mera posibilidad, sino una eventualidad tangible para los estrategas militares de ambas potencias.
Con la memoria aún fresca de dos guerras mundiales, la hipótesis de un tercer conflicto global, iniciado con armas nucleares, no era descabellada. Frente a esta perspectiva, los líderes militares de EE. UU. se vieron obligados a concebir estrategias para combatir en un escenario post-nuclear. Una de estas estrategias fue el desarrollo de tecnologías de despegue y aterrizaje vertical (VTOL), como respuesta a la posible inutilización de pistas aéreas tradicionales en un primer ataque nuclear. Este enfoque reflejaba no solo la necesidad de adaptabilidad en el campo de batalla, sino también una perspectiva innovadora en el desarrollo de aeronaves militares.
La búsqueda de soluciones VTOL por la Marina de EE. UU. en el contexto de la Guerra Fría
La Segunda Guerra Mundial había generado una expansión sin precedentes de infraestructuras aéreas a nivel global. Sin embargo, en el contexto de la Guerra Fría, estas mismas infraestructuras eran percibidas como vulnerables ante un ataque nuclear por parte de la Unión Soviética. Los estrategas del Pentágono anticiparon que cualquier confrontación futura con la URSS implicaría el ataque inicial a estas pistas aéreas, limitando así la capacidad operativa de EE. UU. y sus aliados. Esta vulnerabilidad impulsó la búsqueda de un nuevo tipo de caza que pudiera operar independientemente de pistas convencionales.
La Fuerza Aérea de EE. UU. exploró diversas opciones, incluyendo proyectos innovadores como el VZ-9 Avrocar. Paralelamente, la Marina de EE. UU. recibió propuestas de empresas como Lockheed y Convair, buscando desarrollar su propia solución a este desafío táctico. El interés de la Marina no se limitaba a la adaptabilidad en tierra, sino que también contemplaba el uso de cazas VTOL en buques no portaaviones. Esta visión estratégica abría la posibilidad de utilizar buques mercantes como plataformas de lanzamiento de cazas en un escenario de conflicto global, maximizando así la flexibilidad operativa de las fuerzas navales estadounidenses.
La adopción de la tecnología VTOL por parte de la Marina de EE. UU. no solo representaba una solución a los desafíos tácticos impuestos por la posibilidad de un ataque nuclear. También simbolizaba un cambio paradigmático en la concepción de las operaciones aéreas militares, donde la adaptabilidad y la innovación tecnológica se convertían en pilares fundamentales para enfrentar las incertidumbres del escenario geopolítico de la Guerra Fría.
El desafío de ingeniería en el desarrollo del XFV-1 de Lockheed
En 1951, Lockheed recibió un contrato de la Marina de EE. UU. para desarrollar el XFV-1, un prototipo de caza VTOL con características únicas. Este avión, diseñado para despegar y aterrizar verticalmente, estaba equipado con alas tradicionales y una distintiva cola en forma de X. El motor turbohélice de 5.850 caballos de fuerza accionaba un par de hélices contrarrotantes de tres palas, confiriendo al XFV-1 una apariencia inusual, mezcla de helicóptero y caza de hélice. La supervisión del diseño estuvo a cargo de Kelly Johnson, ingeniero de renombre responsable de aeronaves icónicas como el P-38 Lightning, P-80 Shooting Star, U-2, SR-71 Blackbird y F-117 Nighthawk.
Para las pruebas, el XFV-1 fue equipado con un tren de aterrizaje peculiar, adaptado a sus alas de cola inferiores. En 1953, Herman “Fish” Salmon, el piloto jefe de pruebas, logró hacer que el avión realizara un “salto” breve. Sin embargo, aunque el XFV-1 realizó un total de 32 vuelos, nunca alcanzó a realizar un despegue o aterrizaje vertical completo, lo que puso en evidencia las limitaciones del diseño en la práctica.
El XFY Pogo de Convair: Avances y Retos en la Tecnología VTOL
Paralelamente, Convair desarrolló el XFY Pogo, otro caza VTOL diseñado para operar desde su cola. Al igual que el XFV-1, el Pogo utilizaba un par de hélices de tres palas contrarrotantes para lograr el despegue vertical. Sus pruebas de vuelo comenzaron en 1954, logrando una serie de 70 despegues y aterrizajes verticales exitosos. El teniente coronel James F. “Skeets” Coleman, piloto de pruebas y reservista de los Marines, logró la primera transición exitosa de vuelo vertical a horizontal, destacándose la adaptación del asiento del piloto para facilitar esta maniobra.
Los vuelos de prueba del Pogo revelaron problemas inherentes a la premisa del caza VTOL. La ausencia de frenos de aire o alerones complicaba la reducción de velocidad tras vuelos de alta velocidad, y el aterrizaje se presentaba como una tarea desafiante. Los pilotos debían aterrizar el caza mirando hacia atrás, lo cual, a pesar de las asistencias como el radar de baja potencia, seguía siendo una operación compleja. Este desafío técnico, junto con la limitación de velocidad del caza (incapaz de superar la barrera del sonido), llevó a que el concepto fuera finalmente desestimado en favor de cazas de ala fija y de barrido para portaaviones.
El Legado y Evolución de los Cazas VTOL en las Fuerzas Armadas de EE. UU.
A pesar de la descontinuación de los proyectos XFV y XFY a finales de 1956, el concepto VTOL no fue abandonado completamente. La Marina de EE. UU. se enfocó en el desarrollo de cazas de ala fija y de barrido para portaaviones, como el F9F Panther, F-14 Tomcat y F/A-18 Hornet. Sin embargo, el interés en los cazas VTOL se mantuvo, particularmente en los Marines de EE. UU., quienes adoptaron el AV-8A Harrier en 1971. En la actualidad, se explora el uso de buques de asalto anfibio para lanzar variantes del Joint Strike Fighter F-35B, que incorpora capacidades de despegue corto y aterrizaje vertical. Este legado de innovación refleja la continua búsqueda de adaptabilidad y eficiencia en las operaciones militares aéreas, demostrando la importancia de la tecnología VTOL en el arsenal militar estadounidense.