El Reino Unido ha ampliado su apoyo a Ucrania donando 14 imponentes tanques Challenger 2, de 71 toneladas cada uno. La 82ª Brigada de las Fuerzas de Asalto Aéreo de Ucrania se ha convertido en el principal operador de los 13 tanques restantes, tras la pérdida de uno de ellos en los combates cerca de Robotyne, al sur de Ucrania, durante el crepúsculo del verano pasado.
Estos tanques, emblemas del poderío blindado británico, demostraron su valía sobre el terreno durante la ofensiva liderada por Estados Unidos en Irak en 2003. A pesar de ello, la adaptación de los Challenger 2 al contexto ucraniano ha planteado importantes retos.
Se especula con que la decisión del Reino Unido de donar estos 14 carros de combate tenía como objetivo secundario incentivar a otras naciones de la OTAN para que ofrecieran apoyo militar de mayor calibre, incluyendo Leopard 2, Strv 122 y M-1 Abrams.
Una crítica recurrente, expresada por los operadores ucranianos de estos tanques, señala que el motor de 1.200 caballos de potencia del Challenger 2 resulta insuficiente para su masa de 71 toneladas, lo que provoca frecuentes episodios en los que el vehículo se hunde en el terreno blando de Ucrania, requiriendo el rescate por parte de otros tanques o vehículos de ingeniería.
Retos y adaptaciones del Challenger 2 en Ucrania
Incluso en la vorágine del combate, donde el rescate de un tanque atascado no siempre es factible, un Challenger 2 inmovilizado se convierte en un objetivo expuesto.
Históricamente, desde su debut en los conflictos de Bosnia en la década de 1990, el Challenger 2 ha sido dotado de blindaje adicional en las zonas más susceptibles de ataque, como los flancos y la parte inferior del frente. Este refuerzo es crucial, teniendo en cuenta que el diseño original del tanque está optimizado para enfrentamientos directos en posiciones fortificadas.
Sin embargo, los Challenger 2 enviados a Ucrania carecían de estos kits de blindaje adicionales, probablemente porque el peso adicional de tres toneladas comprometería aún más su movilidad en terreno blando. Como medida compensatoria, las fuerzas ucranianas han optado por instalar blindaje de tablillas en las zonas más vulnerables de sus tanques.
Aunque este tipo de blindaje puede ofrecer cierta protección contra los ataques de drones y el armamento antitanque ligero, queda por ver su eficacia contra la munición de mayor calibre, que podría perforarlo sin dificultad.
Limitaciones logísticas y desgaste prematuro: Challenger 2 en Ucrania
El armamento principal del Challenger 2, el cañón L30 de 120 milímetros, plantea un notable desafío logístico en comparación con los estándares occidentales contemporáneos de armamento de carros de combate.
A diferencia de estos, que emplean cañones de ánima lisa, el L30 presenta un diseño estriado, lo que implica la incompatibilidad de la munición con otros sistemas de armas y obliga a las fuerzas ucranianas a mantener una cadena logística separada para los 13 tanques en operación.
Además, mientras que los cañones de ánima lisa como el L44 pueden alcanzar una vida útil de hasta 1.500 cartuchos, el L30A1 estriado muestra signos de desgaste tras solo 500 cartuchos.
Esta limitación se ve agravada por las tácticas operativas de la 82 Brigada, que, recelosa del riesgo de que sus unidades se queden atascadas en el barro, ha optado por desplegar los Challenger 2 a considerable distancia del frente, utilizándolos en un papel similar al de los obuses móviles, lo que aumenta la frecuencia de uso de los cañones y acelera su desgaste.
Un Arsenal Diversificado: El paisaje blindado de Ucrania
Hasta la fecha, Ucrania ha recibido 71 carros Leopard 2 y Strv 122 de países europeos, 31 M-1 Abrams de Estados Unidos, y prevé la llegada de otros 34 Leopard 2 y casi 200 Leopard 1 el año que viene. Sin embargo, estos modernos carros de combate constituyen una clara minoría en comparación con los cientos de T-64 y T-72 de diseño soviético que forman la columna vertebral del arsenal blindado ucraniano.
En este contexto, los 14 Challenger 2, ahora reducidos a 13, representan solo una fracción menor del total de las fuerzas acorazadas ucranianas, lo que pone en entredicho la viabilidad y el esfuerzo necesarios para su mantenimiento y funcionamiento. Esto incluye no solo el suministro de munición especializada y las labores de mantenimiento, sino también las tareas adicionales de rescate cuando estos behemoths se ven comprometidos por las condiciones del terreno.