El MiG-23, aunque inicialmente concebido como una innovación en la aviación militar, ha sido etiquetado como un caza problemático, una percepción que se distancia drásticamente de sus homólogos estadounidenses.
Este avión, apodado “Flogger” por la OTAN, fue diseñado para suceder al MiG-21 Fishbed, originario de 1955, y para competir con el F-4 Phantom de Estados Unidos. Sin embargo, se ganó una reputación no por sus hazañas, sino más bien por sus deficiencias en comparación con los referentes de diseño aeronáutico soviético.
En combate, el MiG-23 a menudo se encontraba en desventaja, distante de la gloria que su nombre de clave “Flogger” pudiera sugerir.
MiG-23: Un diseño innovador que no cumplió las expectativas
Sobre el papel, el MiG-23 presentaba características prometedoras. Introducido a principios de los años 70, este caza destacó por su ala de geometría variable, una tecnología avanzada para la época, así como por sus sofisticados sistemas de radar y control de tiro. En 1970, cuando se reveló, y en 1971, al entrar en servicio, parecía un avión revolucionario.
Los pilotos resaltaron su capacidad de interceptación más allá del alcance visual, gracias a sus potentes sensores a bordo, y su robusto tren de aterrizaje que facilitaba operaciones en pistas cortas y remotas.
Economía ante eficiencia: La dualidad del MiG-23
No obstante, la Unión Soviética diseñó al MiG-23 con una doble intención: ser un caza de exportación asequible. Este enfoque en la economía comprometió la calidad y el rendimiento esperados de un avión destinado a defender la “Rodina” (Madre Patria).
Su mercado no se limitó a los países del Pacto de Varsovia; naciones como Argelia, Cuba, India, Corea del Norte y Siria también lo adquirieron, reflejando su atractivo global a pesar de sus limitaciones.
Un historial de combate problemático y costoso
El manejo desafiante del MiG-23, junto con sus altos costos de mantenimiento y la baja durabilidad de sus motores, empañaron su historial. El redactor jefe Peter Suciu es categórico al describir su desempeño en combate como “largo, bien documentado y profundamente vergonzoso”.
Entre los episodios más notorios se encuentran las múltiples pérdidas de cazas MiG-23 sirios a manos de F-15 y F-16 israelíes en los conflictos árabe-israelíes. Igualmente desalentador fue el desempeño de los MiG-23 iraquíes contra Irán, con más de cincuenta aeronaves perdidas.
El MiG-23: Entre triunfos simbólicos y derrotas acentuadas
Los MiG-23 de Libia, a menudo superados por los más ágiles MiG-21 egipcios durante el conflicto Libia-Egipto, enfrentaron un destino adverso. En un enfrentamiento notable, dos de estos cazas libios fueron abatidos por F-14 Tomcats de EE. UU. en la escaramuza de Tobruk en 1989, evidenciando las limitaciones del MiG-23 en combates directos.
Durante la Operación Tormenta del Desierto en 1991, un episodio destacó entre las filas de la Fuerza Aérea Iraquí (IqAF): un piloto de MiG-23 logró dañar un F-111 Aardvark estadounidense con un misil R-24T. A pesar de que el Aardvark regresó intacto a su base, este incidente se percibió como un triunfo simbólico para la IqAF, particularmente teniendo en cuenta la pérdida de siete Floggers a manos de F-15C en duelos aéreos.
Persistencia en servicio a pesar de los contratiempos
A pesar de su cuestionable historial y las falencias en su diseño, el MiG-23 ha mantenido su presencia activa en varios escenarios. Entre 1967 y 1985, los rusos construyeron cerca de 5,000 unidades de este modelo, y la Fuerza Aérea rusa continuó operándolos hasta 1999.
Actualmente, aún forman parte del arsenal aéreo en países como Angola, Etiopía, Corea del Norte y Siria, subrayando su longevidad más allá de las expectativas iniciales.
Especificaciones técnicas del MiG-23MS
Este caza monoplaza tiene dimensiones considerables, con una longitud de 54,7 pies y una envergadura que varía entre 45,6 y 25,26 pies, dependiendo del ajuste de sus alas. Su altura alcanza los 15,81 pies, y en vacío, el avión pesa alrededor de 10,2 toneladas, incrementándose a 17,8 toneladas en su peso máximo al despegue.
En cuanto a su armamento, está equipado con un cañón doble GSh-23L de 23 mm y puede portar hasta seis misiles aire-aire de diferentes rangos.
El motor Tumansky R-29-300 proporciona un empuje aproximado de 27.500 lbs, permitiendo al MiG-23 alcanzar velocidades cercanas a Mach 2,4.
Las alas del avión son ajustables en vuelo, con configuraciones de 16, 45 y 72 grados, ofreciendo versatilidad durante diferentes maniobras aéreas.
El MiG-23 destacó por su ala de geometría variable, una innovación significativa en la aviación militar de su época. Esta tecnología permitía ajustar las alas en vuelo, con configuraciones de 16, 45 y 72 grados, brindando versatilidad y adaptabilidad para diferentes maniobras aéreas. Este diseño avanzado prometía mejorar significativamente el rendimiento en combate, diferenciándolo de otros cazas contemporáneos.
La Unión Soviética diseñó el MiG-23 con una doble intención: ser un caza formidable y a la vez asequible para la exportación. Este enfoque en la economía, sin embargo, comprometió la calidad y el rendimiento del avión. Resultó en un manejo desafiante, altos costos de mantenimiento y baja durabilidad de sus motores, aspectos que mermaron su eficacia comparativa con otros aviones de combate de la época.
En combates reales, el MiG-23 frecuentemente se vio superado por aeronaves rivales, especialmente en enfrentamientos con cazas como los F-15 y F-16 israelíes y los F-14 Tomcats estadounidenses. Estos episodios reflejaron las limitaciones del MiG-23 en combates directos, donde su manejo desafiante y menor agilidad lo ponían en desventaja frente a cazas más avanzados tecnológicamente.
Además de los países del Pacto de Varsovia, el MiG-23 fue operado por varias naciones fuera del bloque soviético, demostrando su atractivo global. Países como Argelia, Cuba, India, Corea del Norte y Siria adquirieron este modelo, evidenciando su popularidad como un caza de exportación asequible, a pesar de sus conocidas limitaciones.
El MiG-23 estaba equipado con un potente cañón doble GSh-23L de 23 mm y podía portar hasta seis misiles aire-aire. Su motor Tumansky R-29-300 proporcionaba un empuje considerable, permitiendo al caza alcanzar velocidades cercanas a Mach 2,4. Estas características lo dotaban de una capacidad de interceptación y ataque significativa, destacando en misiones donde la velocidad y el armamento eran cruciales.