El F-35 Joint Strike Fighter, a pesar de sus avanzadas capacidades de quinta generación, enfrenta desafíos en términos de su alcance operativo, especialmente en teatros de operaciones extensos como el Indo-Pacífico.
Las versiones F-35A y F-35C, diseñadas para la Fuerza Aérea y la Armada de Estados Unidos, respectivamente, tienen un alcance máximo de 1.200 millas. Por otro lado, la variante F-35B, específica del Cuerpo de Marines y dotada de capacidad de despegue corto y aterrizaje vertical (STOVL), alcanza un rango de solo 900 millas.
Esta restricción en el alcance supone un desafío para los grupos de ataque de portaaviones y las fuerzas expedicionarias, los cuales podrían verse obligados a operar en los límites máximos de alcance de estas aeronaves o incluso más allá.
La limitación de alcance del F-35 se ve acentuada al compararlo con otros cazas que disponen de mayor autonomía, como el F-22 Raptor y el F/A-18 Hornet. Este factor introduce complejidades estratégicas adicionales para asegurar la flexibilidad operacional y mantener las plataformas de lanzamiento a una distancia segura de los sistemas de detección enemigos.
Desafíos del alcance del F-35 en escenarios de gran envergadura
El prestigioso F-35 Joint Strike Fighter es reconocido por sus capacidades stealth de quinta generación. Sin embargo, la restricción en su alcance podría representar una vulnerabilidad significativa en conflictos situados en vastos teatros operativos, como podría ser el caso en el Indo-Pacífico.
Tanto el F-35A, diseñado para la Fuerza Aérea, como el F-35C, para la Armada, están limitados a un rango operativo de 1.200 millas. En cambio, el F-35B, orientado al Cuerpo de Marines y con habilidades de VSTOL, ofrece un alcance aún más restringido de 900 millas.
Este alcance limitado destaca al comparar el F-35 con cazas de mayor alcance como el F-22 Raptor, que ostenta 1.600 millas de alcance, y el F/A-18 Hornet, con 1.800 millas. Tal restricción impone limitaciones en las operaciones de grupos de ataque de portaaviones y unidades expedicionarias navales en amplios teatros oceánicos, desafiando las capacidades de operación en el extremo de su rango.
Desafíos estratégicos del F-35 en misiones de largo alcance
Aunque los inicios del desarrollo del F-35 estuvieron marcados por sobrecostos y retrasos, este caza de quinta generación ha demostrado ser altamente confiable, operando ahora en tres ramas de las fuerzas armadas estadounidenses. Actualmente, el F-35 cumple con su diseño y expectativas de vuelo.
Sin embargo, el diseño del F-35 ha sido objeto de críticas que apuntan a una limitación en la estrategia militar de Estados Unidos, centrada principalmente en su alcance operativo.
“Las variantes A y C [F-35], usadas por la Fuerza Aérea y la Armada, respectivamente, tienen un alcance de 1.200 nm, mientras que la variante B, para el Cuerpo de Marines, logra solo 900 nm”, señaló Maya Carlin en The National Interest.
Este alcance se queda corto en comparación con otros cazas como el F-22 Raptor y el F/A-18 Super Hornet, cuyos alcances son de 1.600 y 1.800 nm respectivamente, lo que pone al F-35 en una posición desfavorable.
La importancia del alcance es crucial para operaciones de ataque desde portaaviones o unidades expedicionarias marinas en alta mar. Aunque el alcance del F-35 puede parecer adecuado, es necesario calcularlo cuidadosamente para cubrir el desplazamiento al objetivo, el ataque (que suele requerir un alto consumo de combustible) y el retorno.
Riesgos de reabastecimiento y detección incrementados para el F-35
Si bien el F-35 tiene capacidad para ser reabastecido en vuelo, este procedimiento podría no ser viable en espacios aéreos disputados. Esto significa que el F-35 debe ser lanzado desde una distancia máxima de 600 millas del objetivo, incrementando la vulnerabilidad de la plataforma de lanzamiento ante la detección y ataque por parte de adversarios. Este factor limitante puede restringir el alcance efectivo de búsqueda y ataque basado en las capacidades del F-35.
Vulnerabilidad naval ante el alcance limitado del F-35
Aproximar las flotas de la Armada y el Cuerpo de Marines a las costas incrementa su exposición a los sistemas de defensa adversarios.
En un hipotético conflicto con China, Estados Unidos dependería en gran medida de sus grupos de portaaviones y Unidades Expedicionarias de Marines (MEU) para proyectar poder aéreo y controlar el espacio aéreo. El F-35 juega un papel crucial en este contexto.
No obstante, su alcance limitado aumenta significativamente la vulnerabilidad de las embarcaciones desde las que se despliegan. La capacidad de permanecer indetectado en vastos espacios marítimos se ve comprometida a medida que se reduce el radio de acción, facilitando la localización de las naves.
Frente al arsenal de misiles de alcance intermedio e hipersónicos, junto con los ágiles buques de superficie y submarinos sigilosos de China, la flota estadounidense buscaría evitar cualquier forma de detección y seguimiento.