En un taller de hormigón beige en el 372.º Escuadrón de Entrenamiento de Utah, los fieros restos de aviones de combate F-35 Lightning II, que alguna vez dominaron los cielos como águilas reales, renacen con un propósito educativo.
Los aviadores transforman estos mastodontes inservibles en valiosos materiales de entrenamiento para el mantenimiento de los F-35, evitando así el uso de aviones operativos o simples simulaciones por computadora.
Ahorro de millones y aprendizaje tangible
El sargento mayor Andrew Wilkow, mantenedor del 372.º Escuadrón de Entrenamiento, ha hecho de la recuperación de aviones su proyecto predilecto. La rehabilitación de estos fierros mutilados se ha convertido en una labor a tiempo completo, luego de una carrera reparando daños de batalla y revisando aviones en depósitos de mantenimiento.
Wilkow sostiene que este proyecto no solo brinda un aprendizaje más tangible, sino que también ahorra millones de dólares a la Fuerza Aérea. Trabaja actualmente en la restauración de una cabina de F-35B del Cuerpo de Marines y un motor Pratt & Whitney F135 rescatado de otro accidente.
Una idea que se transforma en algo más
Todo comenzó en 2020, cuando Wilkow ayudó a la Oficina del Programa Conjunto del F-35 a unir las alas de un avión sin plano alguno. Ese avión se incendió al despegar en Eglin en 2014. Más tarde, usó el fuselaje para enseñar a los jefes de tripulación y mantenedores del F-35 en la reparación de daños en combate. Desde entonces, ha recibido piezas de otros tres F-35.
Los restos de aviones que alguna vez surcaron el cielo como halcones veloces ahora se convierten en escuelas para aviadores que aprenderán a inspeccionar y detectar problemas en motores y cañones.
Un regalo para las nuevas generaciones
Estos aviones rescatados aumentan la confianza de los aprendices y los hacen sentir más cómodos en el trabajo, al permitirles practicar en un entorno controlado antes de enfrentarse a un avión de 120 millones de dólares. Además, sirven para educar a empleados civiles y contratistas con experiencia previa en aviones de generaciones anteriores.
Wilkow afirma que el proyecto puede ahorrar decenas de millones de dólares a las Fuerzas Aéreas en la compra de nuevos sistemas de entrenamiento. A pesar de los desafíos, como la escasez de personal y equipos, el esfuerzo valdrá la pena.
Innovación y creatividad para el futuro
Para aquellos que quieran emular esta iniciativa, Wilkow aconseja elaborar un buen plan, comunicarlo de manera efectiva y llevarlo a cabo con entusiasmo.
La creatividad e innovación son fundamentales para transformar estas majestuosas máquinas de guerra en herramientas educativas valiosas que asegurarán un futuro más brillante para las próximas generaciones de aviadores y mantenedores.
Lecciones de las bestias caídas del cielo
La recuperación de estos aviones no solo enseña a los aviadores y mantenedores, habilidades prácticas; sino que también les proporciona una conexión directa con las situaciones de la vida real que pueden enfrentar en su labor.
Así, la sombra de estas fieras caídas se convierte en un recordatorio constante de los riesgos y desafíos que acompañan a la labor en la Fuerza Aérea.
Preparando a los aviadores para el futuro
El proyecto de recuperación de aviones F-35 también busca mejorar el proceso de capacitación para los futuros aviadores.
Al combinar la formación práctica en aviones reales con la teoría y la instrucción en aula, los aviadores podrán desarrollar habilidades más sólidas y estar mejor preparados para enfrentar los desafíos del trabajo en el campo.
Un legado de resiliencia y adaptación
El proyecto del sargento mayor Wilkow es un ejemplo perfecto de cómo la Fuerza Aérea puede adaptarse y encontrar soluciones innovadoras a los desafíos que enfrenta. La transformación de aviones destrozados en herramientas educativas es un testimonio de la resiliencia y el ingenio de los aviadores y mantenedores, quienes continúan trabajando para garantizar la seguridad y eficiencia de las Fuerzas Aéreas.
En última instancia, la recuperación de estos aviones F-35 demuestra que incluso las máquinas más poderosas y letales pueden tener un segundo aire, convirtiéndose en herramientas valiosas para la formación y el desarrollo de las próximas generaciones de aviadores y mantenedores, quienes llevarán adelante el legado de aquellos que vinieron antes que ellos y seguirán protegiendo los cielos en nombre de la Fuerza Aérea.