A pesar de la formidable reputación del SR-71, ningún avión es indomable. La Fuerza Aérea Sueca, con su JA-37 Viggen, es un claro ejemplo de esto. A pesar de que el Viggen no podía rivalizar con la velocidad y altitud del Blackbird, los pilotos suecos, armados con ingenio y habilidades técnicas excepcionales, desarrollaron una táctica para interceptar repetidamente estos aviones en su ruta rutinaria sobre el mar Báltico, el notorio “Expreso Báltico”.
El JA-37 Viggen, aunque más lento y de menor altitud que su contraparte estadounidense, compensó estas carencias con una combinación letal de planificación meticulosa y avances tecnológicos en enlaces de datos. La perseverancia y habilidad de los aviadores suecos les permitió, con el tiempo, superar sus limitaciones técnicas y lograr lo impensable.
La tenacidad sueca no se detuvo ahí. Incluso cuando el SR-71 desplegó contramedidas electrónicas para frustrar las interceptaciones, Suecia contraatacó perfeccionando sus propias contramedidas. Esta astucia técnica llevó al Viggen a lograr una hazaña única: ser el único caza extranjero en interceptar con éxito un Blackbird.
Per-Olof Eldh, un piloto de JA-37 Viggen, recuerda con orgullo cinco intercepciones exitosas contra el SR-71, tres de las cuales fueron visuales, una hazaña impresionante en sí misma. Estos encuentros no solo destacan la destreza de Eldh, sino también la habilidad excepcional de los pilotos suecos en general.
Sin embargo, este relato no está exento de controversia. Algunos argumentan que los Estados Unidos, al no considerar a Suecia una amenaza seria, no emplearon estrategias de evasión más sofisticadas que podrían haber complicado las intercepciones suecas. Este debate subraya cómo a menudo se pierden los matices en las discusiones en línea, especialmente en temas militares y tecnológicos.
Lo que es indiscutible es el respeto mutuo que surgió entre los pilotos de ambos lados. A pesar de la competencia natural y el espíritu de rivalidad entre aviadores militares, los pilotos de Habu y sus contrapartes suecas compartieron un profundo respeto profesional, una muestra clara de la camaradería que a menudo se encuentra en los niveles más altos de la aviación militar. Este caso ilustra no solo un enfrentamiento técnico, sino también un encuentro de mentes agudas y talentosas, cada una forjando su camino en los anales de la historia de la aviación.
Este incidente de 1987, mantenido en secreto durante décadas, revela una situación extraordinaria donde la habilidad y la ética de los pilotos suecos de Viggen brillaron con luz propia en un escenario crítico.
El 29 de junio de aquel año, una misión rutinaria de los tenientes coroneles Duane Noll y Tom Veltri en su SR-71 se convirtió en una emergencia cuando el motor derecho del Blackbird explotó a Mach 3.0 y 75,000 pies. Noll, con reflejos rápidos y decisivos, maniobró el avión dañado hacia Suecia, lejos del espacio aéreo soviético, y directo hacia la isla de Gotland. Esta acción desencadenó una reacción inmediata de la Fuerza Aérea Sueca, que redirigió a sus Viggens para interceptar al avión estadounidense.
El mayor retirado Roger Moller, piloto de Viggen, recordó aquel día, mencionando su sorpresa al darse cuenta de que el objetivo era un SR-71. A medida que los Viggens se acercaban y el Blackbird descendía a los 25,000 pies, la misión de interceptación se tornó en una de asistencia. Los pilotos suecos, conscientes de las constantes violaciones soviéticas de su espacio aéreo, comprendieron rápidamente la gravedad de la situación y la posible amenaza que representaba para el SR-71 herido.
Veltri recuerda la angustia y la incertidumbre de no saber quién los interceptaría primero. La aparición de los Viggens fue una señal de alivio, un indicativo de que otros posibles interceptores estaban alejados. Esta escolta no solo era una acción de defensa, sino también de solidaridad y respeto hacia los pilotos del SR-71.
Los Viggens acompañaron al Blackbird hasta que sus reservas de combustible se agotaron y fueron relevados por otro par de aviones suecos, que continuaron la escolta hasta que el SR-71 aterrizó de forma segura en Alemania Occidental.
Este acto de heroísmo y profesionalismo no pasó desapercibido. En noviembre de 2018, los cuatro pilotos suecos involucrados en la interceptación y escolta fueron condecorados en Estocolmo con la Medalla Aérea de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, un reconocimiento que subraya la extraordinaria habilidad y el compromiso con la seguridad y el respeto mutuo en el ámbito de la aviación militar internacional.