La operación ucraniana con misiles dirigida contra el enclave ruso de Sebastopol de la Flota del Mar Negro, situado en la Crimea ocupada, no parecía haber alcanzado inicialmente a dos buques de guerra rusos.
Sin embargo, una revisión realizada por las autoridades ucranianas revela que el ataque del domingo, llevado a cabo con misiles de crucero Storm Shadow y SCALP-EG desde el aire, junto con Neptunes lanzados desde bases terrestres o una combinación de ambos, ha alcanzado a cuatro buques rusos.
Según los informes, las unidades afectadas incluyen dos buques de desembarco operativos de la clase Ropucha —Yamal y Azov— más un Ropucha fuera de servicio llamado Kostiantyn Olshansky, capturado por Rusia a Ucrania en el transcurso de la anexión de Crimea en 2014. El cuarto buque comprometido es el buque de reconocimiento Ivan Hurs, que había esquivado un ataque anterior de drones marinos ucranianos hace 10 meses.
Operación de Sebastopol reduce temporalmente la capacidad naval rusa
Aunque las imágenes por satélite de Sebastopol captadas tras el ataque muestran signos de daños en varios buques, no hay pruebas concluyentes de hundimientos. Parece factible que los cuatro buques objetivo del ataque ucraniano —que, según se informa, se encuentran en el dique seco de Sebastopol para ser reparados— puedan ser restaurados.
Este asalto ha mermado en un 15% la capacidad de la Flota del Mar Negro, un contingente que antes de la guerra contaba con una docena de buques de desembarco. Hace un año, cuando el suministro ruso en el sur de Ucrania dependía sobre todo de las rutas marítimas para trasladar municiones a las unidades de combate en primera línea, esta pérdida habría representado un duro revés para el Kremlin.
Sin embargo, los ingenieros rusos han completado recientemente un nuevo enlace ferroviario que conecta Rostov, en el sur de Rusia, con Mariupol, en el sur ocupado de Ucrania, eliminando la dependencia del transporte marítimo a gran escala para mantener a las tropas rusas en el frente sur ucraniano. Los ferrocarriles, por su facilidad de reparación, presentan mayores dificultades de interceptación que los barcos.
Por lo tanto, los ataques a los buques de desembarco rusos no afectan significativamente al esfuerzo bélico de Moscú como en el pasado. Aun así, si pudiera elegir, Ucrania preferiría claramente infligir daños a la flota rusa siempre que fuera posible.
Impacto continuado sobre la Flota del Mar Negro es señal del declive ruso
Durante dos años de intensos combates, Ucrania ha conseguido dañar o hundir, mediante el uso de misiles y naves no tripuladas cargadas de explosivos, siete Ropuchas operativas, además de un buque de desembarco de la clase Tapir. Además, se han destruido un crucero, un submarino, un buque de aprovisionamiento, varias patrulleras y dos corbetas de misiles de las tres docenas de grandes buques que componían originalmente la Flota del Mar Negro, y se ha dañado un buque espía.
De continuar a este ritmo, la capacidad operativa de la Flota del Mar Negro podría verse seriamente comprometida en los próximos 18 meses o dos años. Y las opciones de la extensa armada rusa para contrarrestar esta tendencia al deterioro son limitadas, ya que no puede reforzar su Flota del Mar Negro con grandes buques.
Los buques de mayor tamaño que no pueden ser transportados por tierra o ríos necesitan cruzar el estrecho del Bósforo para acceder al Mar Negro. Este paso está bajo el control de Turquía, que prohíbe el tránsito de buques de guerra durante los conflictos armados.