Las fuerzas rusas han abandonado el puesto estratégico de la Isla de la Serpiente, poniendo en duda los objetivos de guerra de Moscú mientras el conflicto de Ucrania entra en su quinto mes.
El portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Igor Konashenkov, anunció el jueves que los militares rusos se han retirado de la Isla de la Serpiente. “El 30 de junio, como un paso de buena voluntad, las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa completaron las tareas asignadas en la Isla de la Serpiente y retiraron la guarnición estacionada allí. De este modo, se demostró a la comunidad mundial que la Federación Rusa no interfiere en los esfuerzos de la ONU por organizar un corredor humanitario para las exportaciones de productos agrícolas desde el territorio ucraniano”, dijo Konashenkov.
El afloramiento ucraniano de la Isla de la Serpiente, situado al suroeste de la ciudad portuaria de Odesa, fue capturado por las tropas rusas en las primeras fases de la guerra de Ucrania. Las fuerzas rusas repelieron con éxito una serie de intentos de las fuerzas armadas ucranianas de retomar la isla a lo largo de mayo; los expertos afirman que las recientes entregas de obuses y misiles antibuque occidentales inclinaron finalmente la balanza a favor de Kiev.
El Kremlin enmarcó la abrupta retirada como un gesto de buena voluntad destinado a aliviar la crisis de inseguridad alimentaria mundial, pero no había ningún indicio previo de que Moscú estuviera considerando planes para tomar alguna medida de este tipo. Además, la decisión no parece coherente con la postura adoptada por los funcionarios rusos en las conversaciones en curso sobre la exportación de cereales. Rusia siempre ha considerado que la inminente crisis de hambre es principalmente culpa del régimen de sanciones occidental establecido tras la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero. El presidente ruso, Vladimir Putin, rechazó las afirmaciones de funcionarios ucranianos y occidentales de que el bloqueo naval ruso está impidiendo que millones de toneladas de grano salgan de los puertos ucranianos, argumentando en una reciente entrevista que Ucrania es libre de buscar rutas alternativas de exportación de grano a través de Polonia, Rumanía y Bielorrusia.
Los políticos rusos intentaron cuadrar la razón citada por Moscú para abandonar la Isla de la Serpiente con las declaraciones anteriores del Kremlin apelando a la percepción popular. “Hoy se oye mucho ruido sobre que Rusia está facilitando la crisis alimentaria mundial”, dijo Alexey Chepa, miembro de la Duma Estatal rusa. “Esas pequeñas entregas, a escala mundial, que pueden realizarse desde el territorio de Odesa a través de rutas marítimas, no resuelven ni un poco los problemas creados por la guerra de sanciones [contra Rusia] y las consecuencias de la pandemia [COVID-19]. Entendemos que las acusaciones contra Rusia son absurdas, pero esta decisión se tomó para privar a nuestros adversarios de la posibilidad de explotar este tema”, añadió Chepa, según los medios de comunicación rusos.
Kiev rechaza la versión de los hechos de Moscú y afirma que expulsó a las fuerzas rusas de la isla tras un asalto masivo nocturno que supuestamente costó a Rusia cientos de millones de dólares en equipamiento militar. El presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, saludó el hecho como una victoria, anunciando que la Isla de la Serpiente es “libre de nuevo”. No parece que el ejército ucraniano, que ha gastado considerables recursos desde que comenzó la guerra para desalojar a Rusia de la Isla de la Serpiente, tenga planes inmediatos de guarnecer el pequeño territorio marítimo. De momento, la isla es tierra de nadie, ya que la Flota del Mar Negro rusa mantiene el control sobre gran parte de la costa ucraniana del mar Negro. El legislador ruso Alexey Chernyak dijo el viernes que la Isla de la Serpiente sigue bajo control ruso en el sentido de que sigue estando al alcance de los sistemas de misiles rusos y de los buques de guerra cercanos, lo que impide que Ucrania la reclame efectivamente. Sin embargo, la pérdida de la Isla de la Serpiente como punto de apoyo avanzado supone un golpe para la capacidad de Rusia de amenazar Odessa, priva a Moscú de un medio clave para controlar las rutas marítimas del grano ucraniano y deja fuera de juego la posibilidad de que el enclave controlado por Rusia -que, según se ha informado, el ejército ruso tenía la intención de reforzar con sistemas de misiles S-400 de largo alcance- se utilice para presionar el flanco sudoriental de la OTAN.
No hay nada que sugiera que el abandono de la Isla de la Serpiente haya llevado a Moscú a revisar sus objetivos bélicos, que han permanecido poco claros desde que comenzó la invasión rusa el 24 de febrero. Los expertos afirman que el Kremlin ha formulado deliberadamente sus objetivos generales en términos vagos, y Putin se refiere al conflicto como una “operación militar especial” para “desnazificar” y “desmilitarizar” Ucrania, con el fin de sentar las bases para una amplia gama de posibles escenarios finales que puedan presentarse a la población rusa como una victoria decisiva sobre Ucrania y Occidente.
Al este de Ucrania, la ofensiva rusa en el Donbass parece estar triunfando lentamente a medida que las tropas separatistas rusas y las alineadas con Rusia se acercan a la expulsión de los militares ucranianos de la región. Las fuerzas rusas siguen presionando a Odessa, que se considera uno de los principales premios de la guerra, con un crescendo mortal de ataques aéreos. Citando planes discutidos por altos funcionarios militares, los políticos y comentaristas rusos han especulado que el eje de Odessa podría convertirse en el nuevo frente de la guerra después del Donbass. No hay nada que sugiera que la pérdida de la Isla de la Serpiente, vista por Moscú como un revés menor en el peor de los casos, haya trastocado estos supuestos objetivos.
Sobre el autor: Mark Episkopos es un reportero de seguridad nacional para el National Interest.