En el ocaso de la posguerra, la Unión Soviética se embarcó en uno de sus proyectos aeronáuticos más audaces, el T-60S, una iniciativa que prometía redefinir el futuro de su flota de bombarderos estratégicos. Este esfuerzo reflejaba las aspiraciones de Moscú de actualizar su arsenal con una plataforma de bombarderos intermedia, destinada a sustituir a sus predecesores tecnológicamente obsoletos.
Para mediados de los años ochenta, las Fuerzas Armadas Soviéticas iniciaron la búsqueda de un sucesor para el Su-24 y el Tu-22M, dos pilares de su capacidad ofensiva aérea cuyo diseño databa de la década de 1970. La necesidad urgente de modernización se vio complementada por el interés en conceptualizar un bombardero que no solo reemplazara al Tu-22M3 sino que también ofreciera una versatilidad y eficacia superiores.
El T-60S, que evolucionó a partir del prototipo T-4, pretendía ser la contraparte soviética del XB-70 Valkyrie norteamericano. Sin embargo, se mantuvo en un halo de misterio, con muchos aspectos de su desarrollo aún ocultos bajo el velo de la confidencialidad.
Este diseño, que se especula contaba con alas de geometría variable y sistemas avanzados de vectorización de empuje, buscaba solucionar las limitaciones de estabilidad en vuelo a altas velocidades que había enfrentado su antecesor, el T-4MS. Con la capacidad de superar la barrera del Mach 2 y un peso de despegue notablemente inferior al del Tu-22M3, el T-60S se perfilaba como una alternativa más ágil y veloz.
Desafíos técnicos y el legado no realizado del T-60S
Se rumoreaba que el T-60S incorporaría tecnologías de sigilo para potenciar su eficacia en misiones de penetración profunda, aunque los detalles precisos de estos avances permanecen en el ámbito de la especulación.
Dotado de un alcance de 2.200 km y capaz de transportar una carga útil de hasta 20.000 kg, el armamento previsto para el T-60S era comparable al del Tu-22M3, incluyendo misiles de crucero y un extenso arsenal de municiones guiadas, así como bombas convencionales y nucleares. A pesar de estas similitudes, la carga útil del Tu-22M3 superaba ligeramente a la del T-60S, con un total de 24.000 kg.
Las pruebas de vuelo del prototipo estaban programadas para 1996, anticipando su entrada en servicio operativo en 2003. Sin embargo, el abrupto desenlace de la Unión Soviética truncó el destino del T-60S, llevando el proyecto a una cancelación prematura en los albores de los noventa.

Más allá del contexto geopolítico, se sugiere que el proyecto enfrentaba obstáculos insuperables, con problemas de ingeniería que cuestionaban su viabilidad. Las innovaciones propuestas, especialmente en lo concerniente a la estructura alar, representaban desafíos técnicos que, según se informa, superaron la capacidad de resolución del equipo de Sukhoi.
El T-60S frente a las decisiones pragmáticas de Rusia en aviación
A pesar de sus impresionantes especificaciones técnicas y capacidades de combate, el T-60S se encontró en un punto de inflexión donde los desafíos inherentes a sus audaces diseños estructurales no pudieron ser justificados ante la mesa de estrategias de defensa del Kremlin. En un análisis de riesgo-beneficio, se determinó que la inversión en el cazabombardero Su-34 representaba un enfoque más pragmático y seguro para sostener y avanzar la supremacía aérea rusa.
El Su-34 ha demostrado ser un pilar fundamental en la estructura de las fuerzas aéreas rusas, con un contingente de 120 unidades en servicio activo. Este avión, caracterizado por su robustez y capacidad de adaptación, está previsto para recibir múltiples actualizaciones que asegurarán su relevancia en el teatro de operaciones aéreas en las décadas venideras.
Paralelamente, el desarrollo del Tu-22M3M ha marcado otro hito en la estrategia aeronáutica de Rusia. Este modelo, que ha sido modernizado para albergar el revolucionario misil hipersónico Kh-47 “Kinzhal”, capaz de alcanzar velocidades de hasta Mach 10 y dotado de capacidad nuclear, ha sido oficialmente integrado en la flota, reafirmando el compromiso de Moscú con el mantenimiento de una capacidad ofensiva de vanguardia.
La elección de estos avances sobre el proyecto T-60S refleja una preferencia por soluciones que, aunque menos revolucionarias, ofrecen garantías de eficacia y fiabilidad. La historia del T-60S, por lo tanto, se convierte en un capítulo fascinante de “lo que pudo haber sido” en la aviación militar rusa, un recordatorio de los complejos equilibrios entre innovación, practicidad y estrategia militar.