El uso de escudos humanos es una de las violaciones más atroces del derecho internacional y una de las tácticas favoritas de Hezbolá, como los recientes acontecimientos han ilustrado una vez más.
Un depósito de armas perteneciente al grupo terrorista chiíta explotó en una casa del sur del Líbano el 22 de septiembre, una semana antes de que el ejército israelí identificara tres emplazamientos de misiles de Hezbolá en Beirut. Dos estaban debajo de edificios residenciales donde viven docenas de familias, y otro cerca de dos compañías de gas y una gasolinera.
Hezbolá usa escudos humanos
El uso de escudos humanos por parte de Hezbolá durante la guerra del Líbano de 2006 y los años posteriores ha sido bien documentado.
De hecho, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han evaluado que «entre un cuarto y un tercio de los edificios en la mayoría […] de las aldeas del sur del Líbano están al servicio del aparato militar de Hezbolá».
Entre 2018-19, las FDI encontraron múltiples túneles de ataque de Hezbolá que penetraron en territorio israelí, el mayor de los cuales comenzaba en una casa del sur del Líbano. Este verano, un centro de investigación israelí identificó 28 emplazamientos de misiles de Hezbolá en Beirut, incluyendo cerca de escuelas y hospitales.
¿Por qué Hezbolá pone en peligro a los civiles de manera tan flagrante? El cálculo es tan claro como cruel.
Al colocar ilegalmente armas entre los civiles, Hezbolá espera aumentar el costo de las represalias de Israel, y potencialmente disuadirlas, porque Israel busca evitar las víctimas civiles. Si se lleva a cabo un ataque, Hezbolá seguiría beneficiándose al aprovechar cualquier baja para erosionar en la arena pública la legitimidad de las operaciones israelíes.
Por ejemplo, la colocación por parte de Hezbolá de objetivos militares entre los civiles durante el conflicto de 2006 dio lugar a diversas críticas diplomáticas y a protestas públicas contra los ataques israelíes. En muchos sentidos, desvió la atención de los medios de comunicación y del público de la responsabilidad de Hezbolá por las bajas libanesas, sus ataques contra civiles israelíes y su culpabilidad en el inicio de la guerra.
Lo que es más importante, esas presiones también pueden ayudar a reinar o incluso forzar un fin prematuro de las operaciones contra Hezbolá, aumentando la probabilidad de un conflicto futuro.
El avance de Hezbolá
Desafortunadamente, en caso de otra guerra de Hezbolá, la destrucción tanto en Israel como en el Líbano será mucho mayor.
A pesar de los llamamientos de las Naciones Unidas para el desarme de Hezbolá, el representante iraní ha multiplicado por diez su arsenal de cohetes y misiles desde 2006, hasta unos 130.000 en la actualidad. Estas armas están desplegadas en todo el Líbano, lo que significa que los daños causados por los ataques aéreos de las FDI serán considerables.
Hezbolá también ha desarrollado misiles guiados de precisión, un multiplicador de fuerza que le permitirá utilizar uno o dos misiles, en lugar de 10 ó 15, para atacar los lugares de infraestructura crítica de Israel con consecuencias devastadoras.
El líder de Hezbolá advirtió de manera contundente en 2016 que podría causar un daño equivalente al de una bomba nuclear con solo «unos pocos misiles» al alcanzar objetivos estratégicos, como un tanque de amonio en Haifa que ha sido reubicado desde entonces.
Aunque la Cúpula de Hierro puede proteger a los civiles israelíes de algunos ataques de Hezbolá, el sistema es costoso y no es infalible. Si no se impide a Hezbolá disparar miles de misiles cada día, los sistemas de defensa aérea de Israel podrían verse desbordados y sus civiles e infraestructuras críticas gravemente amenazadas.
Los encargados de adoptar decisiones en Israel tendrán que considerar cuidadosamente esto al determinar cómo neutralizar la amenaza masiva de Hezbolá al frente interno israelí.
Es poco probable que Hezbolá provoque un conflicto de este tipo de forma inminente. Sin embargo, su escalada con las fuerzas israelíes en julio demuestra que las tensiones siguen siendo elevadas y podrían, bajo el mando de Irán, estallar en hostilidades más amplias. Toda oportunidad de evitar potencialmente esta crisis debe aprovecharse inmediatamente.
Exponer los abusos de Hezbolá
A medida que la ira contra los gobernantes del Líbano continúa creciendo tras las explosiones del puerto de Beirut, los abusos de Hezbolá -como el uso de escudos humanos- deben ser expuestos con fuerza y de forma continua.
Estados Unidos y otras naciones interesadas, en particular Francia, deberían dar la alarma al pueblo libanés contra la acumulación de armas de Hezbolá y la amenaza que supone para sus familias.
Las potencias europeas pueden ayudar en este esfuerzo prohibiendo completamente a Hezbolá, uniéndose a un consenso internacional liderado por EE.UU. y la Liga Árabe. Esto también ayudaría a contrarrestar las actividades de recaudación de fondos de Hezbolá en la Unión Europea en un momento crucial, justo cuando el grupo se enfrenta al colapso financiero del Líbano, a la pandemia del coronavirus y a las aplastantes sanciones contra sí mismo y contra el Irán.
Asimismo, se deberían realizar mayores esfuerzos para contrarrestar y exponer la creciente dependencia de Hezbolá del contrabando de drogas y otras operaciones delictivas, que pueden erosionar aún más la legitimidad religiosa del grupo.
Los donantes internacionales deben aprovechar simultáneamente cualquier ayuda a largo plazo para limitar a Hezbolá. Forzar reformas que fomenten la transparencia y la responsabilidad del Estado libanés perjudicará invariablemente al grupo, que se beneficia del statu quo corrupto.
La ayuda también debe ser usada para mejorar el acceso a los programas de bienestar entre los chiítas, cuyo apoyo Hezbolá ha cortejado ofreciendo servicios sociales.
El mundo está obligado a ayudar a liberar al Líbano de las garras de este despiadado representante de Irán. Otra guerra entre Israel y Hezbolá tendría un gran coste humano y económico para el ya asediado pueblo libanés, con el que Israel no tiene problemas. Miles de vidas penden de un hilo, pero todavía hay tiempo para actuar. No dejes que se te escape.
El General Motors de las FDI (retirado) Yaacov Ayish es un ex agregado de defensa israelí en los Estados Unidos y Canadá, y ex jefe de la Subdivisión de Operaciones del Estado Mayor de las FDI. Es Vicepresidente Superior de Asuntos Israelíes en el Instituto Judío de Seguridad Nacional de América (JINSA).