El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, en un discurso pronunciado en un ejercicio militar turco el 9 de junio, dio la última de una serie de pistas que apuntan a una posible operación militar turca en el norte de Siria.
En su intervención en la jornada de visitas del ejercicio EFES-2022 del ejército turco en la provincia de Izmir, Erdogan dijo que Turquía está “logrando gradualmente su decidido objetivo de tener protegidas sus fronteras [con Siria] con una línea de seguridad de 30 kilómetros de profundidad. Esta legítima política de seguridad de Turquía no solo aleja a las organizaciones terroristas de nuestras fronteras, sino que también contribuye a la paz y la estabilidad de nuestros vecinos”.
Erdogan anunció por primera vez su intención de llevar a cabo una operación adicional en el norte de Siria el 23 de mayo. Ankara ya ha lanzado tres grandes operaciones militares en el país en la última media década: Escudo del Éufrates, Rama de Olivo y Primavera de la Paz, en 2016, 2018 y 2019, respectivamente.
Las “organizaciones terroristas” a las que se refiere el presidente turco son las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo Sirio (YPG) y las Fuerzas Democráticas Sirias respaldadas por Estados Unidos. Ankara afirma que estos grupos son franquicias del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, que ha participado en la insurgencia contra Turquía desde 1984. Los grupos niegan esta afirmación.
Las tres operaciones anteriores estaban dirigidas contra la zona de control de las FDS/YPG. Su objetivo era, en primer lugar, romper cualquier posibilidad de una zona de control contigua que se extendiera por la mayor parte de la larga frontera entre Siria y Turquía, y luego hacer retroceder a las fuerzas dirigidas por los kurdos de la frontera en su totalidad.
Este proyecto sigue sin completarse. El líder turco parece estar señalando ahora su próxima fase. Ha sugerido que dicha operación podría incluir un ataque a las zonas de Manbij y Tal Rifaat. La primera zona está en manos de las SDF, mientras que la segunda contiene desde 2018, además de las FDS, una presencia de fuerzas rusas y del régimen sirio.
Entonces, ¿es realmente inminente una nueva operación turca? ¿Y por qué ahora?
En cuanto al momento, Turquía está actualmente acosada por los problemas económicos, y Erdogan se enfrenta a unas elecciones el próximo año. Hay 3,6 millones de refugiados turcos en Siria, que el líder turco quiere repatriar. Los últimos movimientos de sable turcos deben verse desde esta perspectiva. Una operación rápidamente concluida podría servir para reunir apoyos y presentar un logro a la opinión pública turca.
Los aliados de Turquía y sus enemigos parecen estar tomando en serio las indicaciones. Los grupos militares islamistas asociados a Turquía en el norte de Siria ya han formado consejos militares que pretenden gobernar Manbij y Tal Rifaat tras su conquista.
Por su parte, Barbara Leaf, secretaria de Estado adjunta para Asuntos de Oriente Próximo, declaró ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado: “No cejamos en nuestros esfuerzos con el gobierno turco para que desista de esta desconsiderada empresa. El gobierno turco es muy consciente de nuestros puntos de vista”.
Estados Unidos sigue colaborando con las Fuerzas de Autodefensa. Nominalmente, esta asociación existe para proseguir la campaña continua contra la organización Estado Islámico. En realidad, sin embargo, el ISIS es una consideración algo marginal en este momento. La relación de Estados Unidos con las Fuerzas de Autodefensa sirve para una serie de propósitos adicionales.
Desde hace varios años, Siria alberga un conflicto congelado y una partición de facto. Existen tres enclaves. El más grande, formado por alrededor del 60% del país, está bajo el gobierno nominal del presidente Bashar Assad y el dominio de facto de Irán y Rusia. El segundo más grande, formado por Siria al este del Éufrates y alrededor del 30% del territorio sirio, está gobernado por las Fuerzas de Autodefensa y sus aliados políticos, en colaboración con Estados Unidos. La tercera zona está gobernada por Turquía en cooperación con una serie de milicias islamistas suníes y yihadistas.
La asociación de EE.UU. con las Fuerzas de Autodefensa le da a Washington, a bajo costo, un lugar en la mesa en cualquier proceso diplomático futuro sobre Siria. También constituye una gran barrera para el avance iraní de este a oeste. Por estas razones, Washington busca preservar esta relación y se opone a cualquier esfuerzo turco, en asociación con aliados islamistas y yihadistas locales, para erosionar y debilitar aún más la zona de las FDS.
Curiosamente, la posición rusa respecto a la posible incursión turca ha sido considerablemente más ambivalente. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, hablando el 8 de junio en Ankara en una conferencia de prensa conjunta con su homólogo turco, Mevlut Cavusoglu, expresó su “comprensión” por las “preocupaciones de seguridad” de Turquía en el norte de Siria.
Lavrov reservó su ira para Estados Unidos, y criticó expresamente lo que calificó de “alimentación” estadounidense de “fuerzas ilegales” en Siria. Se refería a las FDS/YPG. Al mismo tiempo, Lavrov señaló la importancia de mantener vivas las conversaciones de Astana, que reúnen a Turquía e Irán para debatir sobre Siria.
Se sabe que Irán está especialmente preocupado por una posible incursión, debido a la proximidad de dos pueblos chiítas, Nubul y Zahraa, a la zona cercana a Tal Rifaat, el lugar de una probable ofensiva turca.La oposición iraní y estadounidense a una incursión turca es previsible. Sin embargo, la posición ambivalente de Rusia es la más interesante.
Ostensiblemente, Turquía y Rusia están en bandos opuestos en Siria. Ankara es el más antiguo y firme aliado y garante de la insurgencia islamista suní en Siria. Moscú, por su parte, es el principal garante y el salvador del régimen de Assad.
Una realidad compleja
La realidad, sin embargo, es bastante más compleja que este simple binario. Rusia entiende que Turquía tiene necesidades y ambiciones en Siria, que sólo puede perseguir con la aquiescencia de Moscú.
Moscú también sabe que cualquier operación turca en Siria no se realizaría a expensas de sus aliados, el régimen de Assad e Irán, sino, más bien, a expensas de las Fuerzas de Autodefensa, que son un aliado de Estados Unidos y un rival del régimen (que busca la reunificación de Siria). La respuesta comprensiva de Moscú a las “preocupaciones de seguridad” de Ankara debe verse, por tanto, a la luz del antiguo deseo ruso de alejar a Turquía de su orientación prooccidental ofreciendo a Turquía premios que Estados Unidos no puede.
La oposición de Turquía a la adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN y su patrocinio en Siria de una alianza de islamistas y yihadistas, incluidos los partidarios de Al Qaeda, Hamás y los talibanes, la convierten en un socio problemático para Occidente y, por tanto, en un instrumento adecuado en los intentos rusos de romper la unidad y la cohesión occidentales. ¿Podría esto extenderse a la aquiescencia rusa para una operación turca adicional y limitada en Siria?
Vale la pena recordar que la operación turca en Afrin en 2018 solo fue posible con el permiso tácito de Rusia. Esta operación también estaba dirigida contra las YPG/FDS y, por lo tanto, estaba sujeta a la misma lógica esbozada anteriormente.
Independientemente de que la incursión turca al final se produzca o no, el posicionamiento diplomático en torno a esta cuestión es en sí mismo informativo. Demuestra la sofisticación rusa al entender que cualquier incursión turca de este tipo dará lugar principalmente a fricciones en el campo enemigo, más que en el propio de Moscú, siempre y cuando no vaya demasiado lejos. Queda por ver si Ankara estará dispuesta a desafiar los deseos de Estados Unidos y lanzar la amenaza de asalto.