La empresa israelí de nanotecnología NanoSono ha inventado un polvo único de metales antibacterianos, entre ellos el oro y el zinc, que mata cualquier bacteria con la que entra en contacto. El polvo se puede utilizar en tejidos de aviones y hospitales, así como en máscaras, entre otras aplicaciones.
Ciertos metales son famosos por sus cualidades antisépticas, dijo el lunes el director general Ronen Sarusi, que han sido incorporados en un polvo con una nanoestructura que erradica las bacterias. Los metales están alojados en pequeñas estructuras llamadas puntos, cada una compuesta por una carcasa y un núcleo hechos de diferentes partes metálicas. Sarusi dijo. “Además, los puntos están dispuestos a lo largo de la superficie de una máscara o pared cubierta con pintura producida por NanoSono para asegurar que cualquier bacteria que caiga sobre ella muera”.
La bacteria muere, explicó, ya que la humedad que necesita se utiliza para producir un espacio rico en radicales libres. En las fotografías tomadas con un microscopio electrónico se puede ver a las bacterias hinchándose y luego explotando.
Con sede en Yokne’am, NanoSono produce polvos patentados que pueden ser mezclados en pintura para recubrir paredes y planos con sustancias que matan las bacterias. También puede ser prensado en telas para producir máscaras y batas de hospital que lograrían el mismo efecto.
“¿De qué te sirve esterilizar el avión una vez que la gente se va?” Preguntó Sarusi. “En el momento en que los nuevos pasajeros suben al avión traen sus gérmenes con ellos”.
Debido a que la solución se basa en las cualidades de un material existente en la tela del asiento o en el revestimiento del avión, éste seguirá siendo una zona libre de gérmenes mientras los materiales estén en él. “Ahora estamos probando para ver si nuestra solución también puede matar al nuevo coronavirus”, dijo, “esperamos saberlo con seguridad en unas pocas semanas”.
Sarusi considera que la empresa es una historia de éxito israelí y elogia a uno de sus científicos, el Dr. Ariel Francu, un oleh (inmigrante) de Chile que decidió construir una vida en Israel después de enfrentarse al antisemitismo en su país de origen.
“Ahora estamos duplicando nuestro número de trabajadores de 20 a 40”, dijo Sarusi, “y ampliaremos nuestro centro de producción en Yokne’am”.