Un estudio reciente de la Corporación RAND advierte que la capacidad de la Fuerza Aérea de llevar a cabo ataques de largo alcance puede ser crucial en la defensa de Taiwán frente a un ataque de China, aunque debe ser manejada con cautela para evitar una escalada a un conflicto nuclear.
Según el informe, titulado “Negación sin desastre: mantener la guerra entre Estados Unidos y China por Taiwán bajo el umbral nuclear” y elaborado para la Fuerza Aérea, “el uso prudente de los medios de ataque de largo alcance, su fortalecimiento contra ataques nucleares y su protección contra ataques convencionales deberían reducir los riesgos de escalada”. El documento fue publicado el 15 de noviembre.
Los investigadores de RAND destacan que hasta la década de 2020, China contaba con una capacidad nuclear limitada, lo que mantenía bajo el riesgo de una escalada. Sin embargo, afirman que desde ese momento, “todo cambió”. China comenzó una “dramática acumulación nuclear”, desarrolló su capacidad de supervivencia con el misil balístico intercontinental móvil DF-41 (ICBM), intensificó las patrullas submarinas de misiles balísticos (SSBN) con propulsión nuclear, y mejoró su habilidad para penetrar las defensas de misiles estadounidenses a través de un sistema de bombardeo orbital fraccional (FOBS) con capacidad nuclear.
El informe subraya que, aunque se necesita una evaluación clasificada para determinar con certeza la capacidad de China para realizar un segundo ataque, “los recientes avances cualitativos y cuantitativos en las capacidades nucleares de China” implican que Estados Unidos debe tratar a Beijing como si ya tuviera esta capacidad, especialmente de cara a 2030.
En paralelo, Estados Unidos está desarrollando varias armas de ataque de largo alcance, como misiles hipersónicos, misiles tierra-tierra convencionales y el nuevo bombardero furtivo B-21 Raider, que se equipará con una mezcla de municiones, incluidas armas de largo alcance.
Uso de armas de largo alcance podría aumentar el riesgo nuclear
En simulacros de guerra, los planificadores han considerado el uso de armas de largo alcance como una estrategia para defender Taiwán de una posible invasión china por vía anfibia. Sin embargo, el costo elevado de estas armas y la necesidad de una adquisición adecuada de suministros por parte de la Fuerza Aérea limitan su eficacia, según un informe de RAND.
El estudio de la corporación también señala que la probabilidad de una escalada hacia una guerra nuclear aumenta si estas armas se utilizan para atacar objetivos en el territorio continental de China. Los planificadores de guerra en Estados Unidos deberían elegir sus objetivos con precisión y proteger los activos de largo alcance para evitar que sean blanco de un ataque nuclear limitado por parte de China.
Una recomendación clave del informe es la creación de un Centro de Excelencia en Gestión de Escaladas dentro del Comando de Ataque Global de la Fuerza Aérea. Este centro tendría como objetivo capacitar tanto a personal subalterno como superior, evaluando el riesgo de escalada durante tiempos de paz, así como al seleccionar objetivos y diseñar ejercicios de entrenamiento.
El informe subraya que “probablemente habrá que hacer un equilibrio entre la utilidad operativa militar, la capacidad de supervivencia de la fuerza y la gestión de la escalada”. Además, se indica que “Estados Unidos podría tener que adoptar un ritmo de guerra más lento, atacar objetivos menos ideales y operar más lejos del combate de lo deseado para gestionar la dinámica de la escalada”.
Este análisis se publica en un contexto en el que la administración Biden busca alternativas para reducir la necesidad de ampliar el arsenal nuclear estadounidense. Las dinámicas nucleares se complican aún más debido a la expansión rápida de las armas nucleares de China y las crecientes tensiones con Corea del Norte.
Estrategia nuclear para disuadir a China, Rusia y Corea del Norte
El 14 de noviembre, el Pentágono entregó al Congreso un informe detallado sobre la “estrategia de empleo nuclear” de Estados Unidos, la cual busca disuadir de manera simultánea a China, Rusia y Corea del Norte. El documento propone utilizar capacidades no nucleares para complementar la disuasión nuclear en esta misión.
A pesar de la distancia, China se encuentra a unas 7.000 millas de los EE. UU. y a 1.800 millas de la Base Aérea Andersen en Guam, fuera del alcance de cualquier caza estadounidense, pero los bombarderos de largo alcance tienen la capacidad de atacar objetivos a esa distancia. Los modelos B-52, B-2 y el futuro B-21 están diseñados para llevar armas nucleares y convencionales en misiones de largo alcance.
Aunque los ataques al territorio continental de China podrían provocar una escalada considerable, el ex piloto de bombarderos y analista Mark Gunzinger, quien también fue subsecretario adjunto de Defensa, subraya que es inevitable asumir ciertos riesgos si Estados Unidos se compromete con la defensa de Taiwán. “Es necesario que Estados Unidos deje claro a Pekín que defender Taiwán conlleva riesgos de escalada”, indicó Gunzinger.
Gunzinger señaló que algunas personas parecen aceptar que los ataques a objetivos militares en China continental como las bases de bombarderos y cazas del Ejército Popular de Liberación (EPL) serían altamente escalables. Sin embargo, también se da por hecho que el EPL respondería atacando bases de EE. UU. y otros objetivos en el territorio de sus aliados, incluso en Guam, territorio estadounidense. En este contexto, “debemos pensar en cómo disuadir estos ataques”, expresó, sugiriendo que se podría comunicar que los ataques a bases estadounidenses en Japón o Guam podrían desencadenar represalias en el continente chino.
Por último, Gunzinger resalta que es crucial “negar santuarios operativos a los adversarios”. Asegura que “si no consideramos ataques a China continental en nuestros planes de guerra, estaríamos cediendo esa región como un santuario operativo al EPL”.