Israel registró el miércoles algo más de 750 nuevos casos de coronavirus por tercer día consecutivo, mientras la creciente crisis sanitaria del país parecía estabilizarse, aunque a un nivel de morbilidad no visto en casi seis meses.
Las cifras del Ministerio de Salud mostraron 765 nuevos casos el miércoles, después de que el lunes y el martes se registraran 761 y 756 casos respectivamente. Ahora hay más de 5.300 casos activos en el país, la cifra más alta desde el 5 de abril.
El número de pacientes en estado grave aumentó ligeramente hasta 54, y dos nuevas muertes elevaron a 6.443 el número de fallecidos por COVID-19 desde el inicio de la pandemia. En la última semana, 14 personas han muerto a causa del virus, después de que Israel pasara dos semanas sin registrar una sola muerte.
El gobierno se ha resistido hasta ahora a reimponer amplias restricciones a la circulación o a las empresas, aunque el primer ministro Naftali Bennett advirtió el miércoles que podría ser necesario un bloqueo si no se cumplen las normas sanitarias existentes.
“Podemos vencer a la variante del Delta sin necesidad de cierres si todos somos diligentes y estamos decididos”, afirmó en una rueda de prensa, en la que pidió a la población que se asegure de llevar mascarillas en el interior, se vacune y mantenga las distancias con los demás en público.
“Lo más fácil, como ellos [el gobierno anterior] hicieron repetidamente durante el último año y medio, es cerrar todo. Es posible que acabemos ahí, pero esta vez vamos a intentar un camino diferente. Y depende de todos nosotros”, dijo Bennett.
Las autoridades sanitarias han dicho que preferirían políticas centradas en limitar las grandes concentraciones, especialmente en el interior.
“Hemos aprendido en el pasado que las reuniones en un espacio cerrado con cientos de personas sin máscaras son focos de virus”, dijo el jueves a la Radio del Ejército la doctora Galia Rahav, jefa de la unidad de enfermedades infecciosas del Centro Médico Sheba. “No estamos hablando de un encierro, pero es necesario que se aplique y se cumpla”.
La ministra de Educación, Yifat Shasha-Biton, una de las principales críticas de las restricciones sanitarias del gobierno, al parecer está buscando apoyo político para destituir a Sharon Alroy-Preis, jefa de salud pública del Ministerio de Sanidad, por su apoyo a las medidas restrictivas.
Shasha-Biton ha pedido recientemente al ministro de Salud, Nitzan Horowitz, y a Bennett que aprueben la destitución de Alroy-Preis, que ha sido una de las principales figuras que han liderado la respuesta del ministerio a la crisis sanitaria, informó el jueves el sitio web de noticias Ynet.
En Twitter, Horowitz respaldó a Alroy-Preis, llamándola “una de las profesionales con más talento y dedicación que tenemos en la sanidad pública”.
“Sharon seguirá siendo una figura destacada en la gestión de la batalla contra el coronavirus”, escribió. “Sugiero que quienes busquen titulares busquen en otra parte”.
Shasha-Biton ha cuestionado repetidamente los datos y la justificación del Ministerio de Salud para aconsejar los cierres y otras medidas, lo que ha dado lugar a intercambios a veces irritantes con los profesionales de la salud en las reuniones del comité de la Knesset.
A pesar del nuevo brote, los ministros decidieron el martes suavizar las restricciones, acortando la cuarentena a siete días desde los 10-14 días actuales y rechazando respaldar una propuesta del Ministerio de Sanidad que habría vuelto a imponer algunos límites a las reuniones.
Alroy-Preis dijo a los ministros en la reunión que los hospitales ya están sobrecargados y que reducir la duración de la cuarentena es arriesgado, informó el Canal 13 de noticias.
Según el canal, Shasha-Biton encabezó la resistencia a imponer nuevas restricciones, advirtiendo que fomentar la inoculación al mismo tiempo enviaría un “mensaje contradictorio” al público.
El Ministerio de Salud espera reintroducir parcialmente el marco del Pase Verde, que limita el acceso a algunos actos públicos o grandes reuniones a quienes se hayan vacunado o se hayan sometido recientemente a la prueba. El sistema se aplicaría a los eventos en interiores a los que asistan más de 100 personas, como bodas, espectáculos, gimnasios, restaurantes, cafeterías y lugares de culto.
A las personas no vacunadas, o que no se hayan recuperado del virus, se les prohibirá la entrada a menos que se sometan a una prueba rápida del virus fuera del lugar de celebración o presenten un resultado negativo de la prueba del virus realizada en las 48 horas anteriores. El sistema no se aplicaría a los centros comerciales, las zonas comerciales o el transporte público.
El resurgimiento del virus, atribuido a la variante Delta, más contagiosa, se produce cuando más de la mitad de la población israelí está totalmente vacunada, y se han registrado muchos casos entre los inmunizados.