“Sólo porque no vea las estrellas no significa que no pueda conseguirlas”, dijo Noah Yiflah, de 18 años, una adolescente con discapacidad visual de la ciudad israelí de Omer, que asistió al campo de entrenamiento de astronautas de la NASA en Estados Unidos.
En septiembre pasado, Yiflah pasó 10 días en un campamento en Huntsville, Alabama, con otros adolescentes con discapacidad visual de todo el mundo que fueron invitados al campamento. Otra campista israelí fue Netta Cadoche, de 17 años, del Mitzpe Adi.
“Al principio estaba muy nervioso”, dijo Noah, “no soy una persona muy sociable y temía no tener a nadie con quien pasar toda la semana, pero en el grupo empiezas a hablar con la gente y a llevarte bien muy rápido. Todo el mundo estuvo fantástico”.
Habló de algunas de las actividades del campamento, como “simular la gravedad volando y escalando la pared mientras algunos niños sostienen la cuerda de arriba abajo, mientras nosotros descendemos en línea recta”. También “probé un simulador de gravedad 4G.… y dio un paseo en un traje espacial”.
“No quería irme”, dijo Noé, “el campamento aumentó mi autoestima”.
Hizo un viaje difícil con la ayuda de su maestro, Anat Habushi. Habusha refirió a Noé a Ofek Liyladen: la Asociación Nacional de Padres de Niños Ciegos y con Discapacidad Visual de Israel, una organización para niños con discapacidad visual, que posteriormente seleccionó a ambas niñas para participar en el viaje.
Netta compartió su experiencia con la NASA, diciendo que “lo más destacado fueron las tareas que se nos asignaron. Experimentamos la simulación de un paseo espacial, algunos de nosotros hundiéndonos a una profundidad de 7 metros (23 pies) para sentir la presión y la sensación de un hombre flotando en el espacio, como lo hacen los astronautas. También subimos un muro de 8 metros de altura y saltamos desde él”. Todas estas tareas replican las tareas a las que se enfrentan los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional. Incluso si usted es discapacitado visual, no está exento de ninguna de estas tareas.
A Netta le gustaba especialmente la sala de control. “Las misiones allí eran divertidas y unieron a todos. Creo que se quedará conmigo para siempre, es el entendimiento de que no soy la única que se enfrenta a mi discapacidad, hay muchos jóvenes como yo que se enfrentan a dificultades todos los días”. Kemi Matas se unió a las niñas en su viaje, siendo ella misma la madre de la niña con discapacidad visual.
Neta lo explicó: “Me di cuenta de que, a pesar de mi discapacidad, nada podía impedir que me interrumpiera. Las tareas eran extrañas y lentas, pero no me di por vencido y terminé con todas ellas”.
Actualmente está en la escuela secundaria en biología y ciencias. “Quiero ofrecerme como voluntaria para servir en las Fuerzas de Defensa de Israel y esforzarme por lograr altos resultados. En el futuro, me gustaría estudiar biología en la universidad y espero que las personas que conozca en la vida entiendan que, a pesar de mi discapacidad, soy como ellos”, dijo.