La febril búsqueda de la administración Biden para resucitar el acuerdo nuclear con Irán de 2015 se basa en la falsa esperanza de que el comportamiento del régimen iraní puede modificarse haciendo más y más concesiones. Los gobernantes de Teherán tienen un historial perfecto de incumplimiento de todos los acuerdos durante sus cuatro décadas en el poder.
Una de las principales concesiones que, al parecer, está considerando la administración Biden es la de retirar el estatus del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC) como Organización Terrorista Extranjera (FTO). Una concesión de este tipo supondría aceptar garantías de que el CGRI cambiará su comportamiento y dejará de utilizar el terrorismo como instrumento de poder nacional.
El optimismo por un acuerdo ha disminuido ligeramente en los últimos días, y el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, ha declarado que Estados Unidos se está «preparando igualmente» para escenarios en los que el acuerdo se revitalice o se derrumbe por completo. Para algunos críticos de las negociaciones en curso, esto parece ser una táctica para demostrar al Congreso que la administración, a pesar de todas las pruebas en contra, ha adoptado una postura firme en las negociaciones. Desde que Irán rechazó en febrero un proyecto de acuerdo que, según se informó, estaba casi completado al cien por cien, ha quedado cada vez más claro que la reactivación del acuerdo dependería de concesiones injustificables al régimen de Irán, en particular a los afiliados a su organización paramilitar de línea dura, el CGRI.
Desde que el principal negociador de Irán regresó a Viena después de lo que entonces se asumió como su consulta final con sus patrones en Teherán, el régimen ha presionado agresivamente para eliminar la designación del CGRI como FTO, ue llegó con mucho retraso cuando se hizo en 2019. La designación se justifica debido a la participación bien establecida del CGRI en ataques terroristas que se remontan a la década de 1980, el respaldo a los ataques militantes iraquíes contra el personal estadounidense, el apoyo al dictador sirio Bashar al-Assad y una plétora de otras actividades malignas que han costado la vida de cientos de militares estadounidenses.
Las actividades del CGRI se detallaron en un informe publicado el mes pasado por el Consejo Nacional de la Resistencia de Irán, que trataba de explicar «por qué Teherán quiere que el CGRI salga de la lista de terroristas de Estados Unidos». Explicaba que «la designación como FTO ha dificultado muchas… transacciones financieras extranjeras relacionadas con el CGRI», y añadía que la estrategia de Estados Unidos podría haber sido aún más eficaz si se hubiera «aumentado con otras medidas punitivas y sanciones».
Resulta chocante que la Casa Blanca considere siquiera hacer una concesión de esta magnitud a un régimen que se apoya en el CGRI para utilizar el terror como instrumento de poder nacional. Debe ser tratado como lo que es: una organización terrorista. El CGRI no puede y no cambiará su comportamiento.
Aun reafirmando que un acuerdo no es ni inminente ni inevitable, el secretario de Estado Antony Blinken y el Enviado Especial para Irán Robert Malley no han querido descartar la posibilidad de eliminar la designación de FTO del CGRI. El gobierno de Biden no ha sido claro a la hora de definir lo que Teherán podría ofrecer a cambio de una concesión de exclusión de la lista. Algunos informes indican que la Casa Blanca querría un compromiso de que el comportamiento regional del CGRI cambiaría, al menos en lo que respecta a los intereses específicos de Estados Unidos.
Esto sería una petición absurda por dos motivos. Ignora ingenuamente el historial del régimen iraní en cuanto a la violación de sus compromisos, y suprimiría fundamentalmente la verdad sobre el propósito del CGRI. Una organización paramilitar que ya no se involucra en una amplia gama de conflictos regionales o que deja de socavar los intereses de Estados Unidos ya no sería el CGRI. El terrorismo está en el propio ADN de la institución.
¿Qué tipo de mensaje enviaría la eliminación de la lista del CGRI como organización terrorista designada a amigos y enemigos por igual? ¿Cómo podemos ocultar el papel del CGRI en los atentados terroristas contra los cuarteles del Cuerpo de Marines en el Líbano, las Torres Khobar en Arabia Saudita y otros en Siria y en todo el mundo?
La designación del CGRI como organización terrorista fue un primer paso fundamental. Ahora, corresponde a la administración Biden y a los aliados europeos de Estados Unidos coordinar una estrategia para aplicar multilateralmente todas las sanciones asociadas y socavar de forma concluyente la proyección de la fuerza regional y el poder interno de los Guardias.
Este último objetivo es especialmente importante a la luz del hecho de que la República Islámica ha visto ocho levantamientos contra la dictadura teocrática desde finales de 2017. En noviembre de 2019, durante el mayor de estos levantamientos, el CGRI desempeñó el papel principal en una represión que mató a no menos de 1.500 personas. Sorprendentemente, esto no impidió que el pueblo iraní protestara y apuntara con precisión al CGRI y su influencia en la política exterior. En manifestaciones posteriores, las «Unidades de Resistencia» quemaron imágenes de Qassem Soleimani, el difunto comandante del ala de operaciones especiales en el extranjero del CGRI, la Fuerza Quds, incluso cuando las autoridades del régimen intentaron presentarlo como un héroe nacional tras su muerte a manos de un ataque de un avión no tripulado estadounidense en enero de 2020.
Hay señales prometedoras de que el pueblo iraní seguirá levantándose contra el CGRI. La designación como FTO envía un mensaje de solidaridad al pueblo iraní. La exclusión del CGRI de la lista enviaría el mensaje contrario dentro y fuera de Irán.
Si la Casa Blanca está considerando seriamente ceder a las demandas de Teherán, debería entender que al hacerlo estaría dando la espalda tanto a los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos como al pueblo iraní.
David R. Shedd es el ex director en funciones de la Agencia de Inteligencia de Defensa.