Opinión

Incluso cuando Afganistán comenzó a desmoronarse, Biden siguió impulsando más narrativas falsas sobre los sucesos del 6 de enero.

El discurso de Biden sobre Afganistán fue un desastre categórico. Tendrá que vivir con el tsunami de investigaciones que le seguirán.

Pocos vieron la rapidez con la que el Ejército Nacional Afgano se derrumbaría, o la rapidez con la que los talibanes avanzarían.

Hay grupos yihadistas terroristas y extremistas que, o bien tienen vínculos con los talibanes, o bien ven en ellos un parentesco.

Aunque la bandera del Emirato Islámico ondea sobre el palacio presidencial de Kabul, la victoria talibán no es el final de la historia.

Con Afganistán totalmente capturado por los talibanes, será un reto difícil combatir el resurgimiento de Al Qaeda y el Estado Islámico.

Israel e incluso los Estados del Golfo y otras naciones árabes, tienen buenas razones para sentirse despreciados por Biden.

El pueblo iraquí votará a los miembros del Consejo de Representantes que, a su vez, elegirán al presidente y al primer ministro.

La organización terrorista Hezbolá, con el apoyo de Irán, está convirtiendo rápidamente al Líbano en un Estado fallido.