Con el tiempo, el régimen islámico se ha vuelto muy hábil para evadir las sanciones, ya sea por su cuenta o con la ayuda de China y Rusia. Esta alianza para burlar las sanciones puede explicar por qué Irán no tiene prisa por renegociar el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA).
En mayo de 2018, el presidente Donald Trump puso fin a la participación estadounidense en el acuerdo nuclear de Irán debido a las violaciones percibidas, la expansión de su fabricación de misiles y el aumento de la actividad terrorista. Washington impuso sanciones aplastantes, pero el régimen respondió avanzando en su enriquecimiento nuclear. Aceleró el proceso de enriquecimiento utilizando las centrifugadoras IR-6, más eficientes, acumulando 43,1 kg de uranio enriquecido al 60% en mayo de 2022, según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Además, el régimen retiró veintisiete cámaras de vigilancia de sus instalaciones nucleares. Según el OIEA, esto supone un “serio desafío” para los esfuerzos por mantener una “continuidad de conocimientos” sobre el programa y garantizar que éste siga siendo exclusivamente pacífico. En un nuevo golpe a las ya escasas posibilidades de revivir el acuerdo, el 9 de julio el régimen anunció que había comenzado a enriquecer uranio hasta el 20% utilizando centrifugadoras avanzadas en su planta nuclear subterránea de Fordow. No hay indicios de que las sanciones hayan logrado su objetivo deseado, e Irán está más cerca que nunca de convertirse en una potencia nuclear. Más aún, a pesar de las funestas predicciones sobre el inminente colapso de la economía, el régimen ha logrado mantenerse en el poder.
Hay múltiples razones para el fracaso de la estrategia de sanciones. En primer lugar, el presidente Joe Biden, desesperado por restablecer el acuerdo JCPOA, decidió relajar las sanciones de la era Trump. Como resultado, permitió tácitamente a Irán vender más de 780.000 barriles diarios de petróleo a China. En una maniobra solapada, la administración optó por no aplicar las sanciones a las empresas y personas chinas que compraron petróleo a Irán.
En segundo lugar, Irán se ha vuelto muy hábil para evadir las sanciones por sí mismo y con la ayuda de China y Rusia. El régimen ha creado múltiples centros y redes de individuos y empresas en todo el este de Asia, incluso en Hong Kong, los Emiratos Árabes Unidos, Vietnam, Singapur y otros países que ayudan a entregar productos petroleros y petroquímicos a China. Además, Irán ha establecido un sistema bancario clandestino que le permite manejar miles de millones de dólares (80.000 millones de dólares al año, según algunas estimaciones) para evitar el uso de la Sociedad para la Telecomunicación Financiera Interbancaria Mundial (SWIFT). El sistema clandestino -compuesto por bancos comerciales extranjeros, empresas de fachada y una cámara de compensación de transacciones- ayuda a mover el dinero dentro y fuera de Irán. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos identificó o designó a más de 700 personas y entidades en la Lista de Nacionales Especialmente Designados (SDN), pero esto podría ser la punta del iceberg.
El régimen también ha utilizado varias tácticas para eludir las sanciones y vender su petróleo. Uno de los métodos más populares consiste en ocultar millones de barriles de petróleo en puertos poco conocidos de Asia. Otra es la llamada armada fantasma, por la que los barcos apagan sus sistemas de identificación automática cuando cambian de carga de un buque a otro, sobre todo en zonas remotas como las aguas territoriales de Malasia. La mezcla o el “cambio de marca” del petróleo iraní es también una técnica popular: consiste en vender el petróleo iraní como un producto no iraní transportado en petroleros de bandera extranjera.
Acelerada por la guerra de Ucrania, la estrecha asociación de Irán con China y Rusia es decisiva para las tácticas de eliminación de las sanciones. Los tres países ya han firmado acuerdos económicos a largo plazo. Irán y Rusia han integrado sus economías para crear una red capaz de eludir las sanciones de Estados Unidos. El comercio entre Teherán y Moscú ha alcanzado los 4.500 millones de dólares anuales. El reciente acuerdo que han firmado promete la exportación de 10 millones de toneladas de mercancías de Rusia a Irán a través del corredor terrestre Norte-Sur. Del mismo modo, China ha estado dispuesta a comprar crudo iraní por debajo del precio de mercado. Utilizando la red china de refinerías petroquímicas conocidas como “teteras”, Irán ha obtenido más de 22.000 millones de dólares en ingresos desde que Biden asumió el cargo.
Dejando a un lado el comercio bilateral, Irán ha dado pasos importantes para integrarse en la infraestructura económica liderada por China y Rusia, creada para rivalizar con Occidente. En 2021, Irán fue aceptado como miembro de pleno derecho de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), la mayor organización regional del mundo, que abarca el 60% de Eurasia y el 40% de su población. Irán también ha utilizado el Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (CIPS), gestionado por China, una alternativa basada en yuanes al SWIFT, el sistema de mensajería bancaria en dólares.
La destreza iraní como maestro en la evasión de sanciones ha llamado la atención. Así lo ha reconocido el ministro de Transportes ruso, Vitaly Savelyev, al afirmar que su país está “estudiando el caso de Irán” para ayudarle a hacer frente a las sanciones occidentales sobre su país. Estados Unidos también debería tomar nota y recalibrar su enfoque para detener la proliferación de Irán.
En primer lugar, el caso de Irán, junto con Rusia y China -sus dos “caballeros negros”, una referencia a los aliados de un régimen censurado que rompen las sanciones-, demuestra que las sanciones funcionan mejor cuando se aplican enérgicamente con un amplio apoyo multilateral. Incluso en las mejores circunstancias, no es fácil generar un apoyo sostenido a las sanciones económicas. La reconfiguración del sistema internacional inducida por la guerra de Ucrania hace que generar un amplio apoyo sea aún más difícil.
Aun así, Estados Unidos debería seguir sancionando al régimen y ampliar el castigo a las empresas chinas y rusas que hacen negocios con Irán.
Otra opción son las operaciones de interdicción naval para garantizar el libre flujo del comercio legítimo e interrumpir el transporte de cargamentos ilícitos de petróleo. La Marina de Estados Unidos debería interceptar los barcos que transportan petróleo iraní de contrabando y realizar operaciones de verificación de la bandera. La Armada llevó a cabo dichas operaciones y confiscó petróleo iraní a bordo de barcos con bandera extranjera que se dirigían a Venezuela. Estas operaciones deberían ampliarse para incluir a las armadas fantasma y a las zonas de mezcla y renombramiento.
Las posturas militares creíbles deben complementar estos pasos. El apoyo estadounidense a la Alianza de Defensa Aérea Árabe-Israelí (MEAD) para contrarrestar las amenazas de los misiles balísticos y los aviones no tripulados de Irán y sus actividades desestabilizadoras debería ocupar un lugar destacado en la agenda. Ahora que Estados Unidos se está centrando en China y en el Lejano Oriente, la MEAD debería llenar el vacío de seguridad en Oriente Medio.
Por último, pero no menos importante, es considerar una opción cinética en caso de que el régimen continúe con sus avances nucleares. Para que esta amenaza resulte creíble, Washington debe proporcionar a Israel la bomba de destrucción de búnkeres Massive Ordnance Penetrator (MOP), que al parecer es capaz de destruir instalaciones de enriquecimiento subterráneas iraníes como Fordow. El efecto disuasorio de una acción cinética es aún más urgente debido a los informes de inteligencia sobre una instalación nuclear subterránea a gran escala en las montañas al sur del complejo nuclear de Natanz.
Es imposible determinar si Irán utilizaría alguna vez un arma nuclear contra Israel, a pesar de sus frecuentes llamamientos a “borrar a los estados judíos del mapa”. Sin embargo, está claro que poseer un arsenal nuclear protegería al régimen de represalias por sus esfuerzos cada vez más descarados por desestabilizar Oriente Medio.