Trump afirmó que su gobierno pidió más B-2 tras los ataques de junio contra instalaciones nucleares iraníes, donde estos bombarderos tuvieron un rol central.
Contexto y mensajes de noviembre y octubre sobre pedidos públicos de B-2
Donald Trump reiteró su intención de que Estados Unidos vuelva a encargar bombarderos furtivos B-2 Spirit y afirmó que su administración pidió muchos más aparatos. Sostuvo esa posición con el resultado de los ataques de junio de 2025 contra instalaciones nucleares iraníes, donde los B-2 cumplieron un papel central. En ese marco, vinculó los anuncios a lo ocurrido durante aquella operación y resaltó la supuesta eficacia del modelo en misiones de penetración contra objetivos protegidos.
El 27 de noviembre, en un mensaje de Acción de Gracias por videoconferencia a militares estadounidenses, Trump aseguró que el Gobierno había pedido “un montón más” de B-2 Spirit fabricados por Northrop Grumman, “después de lo que hicieron en Irán”. En esa intervención, describió los B-2 como “preciosos” y afirmó que “totalmente obliteraron el suministro nuclear potencial de Irán”, antes de añadir que decidió ampliar la adquisición porque resultaron “totalmente increíbles, totalmente invisibles”.
Las declaraciones de noviembre prolongaron una línea visible. El 15 de octubre, en un discurso ante el Parlamento israelí por acuerdo entre Israel y Hamás, Trump afirmó que Estados Unidos había encargado “otras 28” unidades de una versión “un poco mejorada” del B-2 tras comprobar su desempeño en los ataques contra el programa nuclear iraní. Publicaciones especializadas ubicaron ese anuncio en la operación de junio y destacaron que constituía la segunda alusión a un contrato voluminoso.
El trasfondo de estas afirmaciones se ubica en la operación Martillo de Medianoche, ejecutada la noche del 21 al 22 de junio de 2025 contra instalaciones nucleares de Irán. Según versiones posteriores de mandos estadounidenses, siete B-2 despegaron desde Whiteman, en Misuri, para una misión de unas dieciocho horas con reabastecimiento en vuelo. Cazas F-35 y F-22, otros modelos de combate, aviones cisterna y un submarino complementaron el esfuerzo con misiles Tomahawk.
Cifras clave de Martillo de Medianoche y flota B-2
- Siete B-2 despegados desde Whiteman en misión de unas 18 horas.
- Catorce GBU-57 lanzadas dentro de unas 75 armas guiadas utilizadas.
- Veintiún B-2 construidos; diecinueve en servicio tras dos pérdidas.
- Disponibilidad operativa aproximada de la mitad de la flota en cada momento.
- Coste por unidad cercano a $2.000 millones, con apoyo incluido.
Capacidades, servicio histórico y despliegues del bombardero B-2 Spirit
El B-2 Spirit es un bombardero estratégico de largo alcance con configuración de ala volante y diseño de baja observabilidad. Combina geometría furtiva, materiales absorbentes de radiación y reducción de firmas infrarroja y acústica. La aeronave, operada por dos pilotos, transporta en bodegas internas más de 18.000 kilos de armamento. Admite desde bombas guiadas por satélite de uso convencional hasta armas nucleares de caída libre y las GBU-57 destinadas a objetivos profundamente enterrados.
La aeronave fue desarrollada por Northrop, más tarde Northrop Grumman, dentro del programa de bombardero de tecnología avanzada impulsado en los años ochenta. Entró en servicio operativo a finales de la década de 1990. La Fuerza Aérea atribuye al B-2 misiones de largo radio en Kosovo, Afganistán e Irak, a menudo con vuelos directos desde territorio continental estadounidense y sin apoyo de bases adelantadas, rasgos que consolidaron su papel como plataforma de alcance global.
El coste por unidad, con investigación, desarrollo y apoyo logístico incluidos, se situó en torno a los $2.000 millones. Esa cifra convirtió al B-2 en la aeronave de combate más cara producida hasta ahora. La inversión reflejó la complejidad del diseño furtivo, la integración de sistemas avanzados y las exigencias de sostenimiento que acompañan a un bombardero concebido para penetrar defensas densas en misiones de largo alcance y alta precisión.
En los últimos años, el B-2 protagonizó despliegues de alto perfil desde Misuri hacia bases avanzadas en Europa y el Índico. El Departamento de Defensa presentó esos movimientos como demostraciones de alcance global y de capacidad para atacar objetivos fuertemente protegidos, entre ellos las propias instalaciones nucleares iraníes, que aparecen como escenarios previstos para operaciones de penetración estratégica sin necesidad de apoyo prolongado desde bases adelantadas. La narrativa oficial subrayó el valor disuasivo del sistema.
Operación Martillo de Medianoche y empleo de la bomba GBU-57 en combate
Según el relato difundido tras la operación, siete B-2 Spirit despegaron de la base de Whiteman, en Misuri, durante una misión de unas dieciocho horas con reabastecimiento en vuelo. La noche del 21 al 22 de junio de 2025, la coalición atacó las instalaciones nucleares iraníes de Fordo, Natanz e Isfahán. También intervinieron cazas F-35 y F-22, otros modelos de combate, aviones cisterna y un submarino de la Marina que lanzó decenas de misiles Tomahawk.
Durante esa acción, la Fuerza Aérea empleó por primera vez en combate la bomba perforante GBU-57 Massive Ordnance Penetrator, de unas treinta toneladas. Los B-2 lanzaron catorce municiones de ese tipo dentro de un conjunto aproximado de setenta y cinco armas guiadas de precisión empleadas en la operación. El Pentágono presentó el ataque como un golpe contra tres instalaciones vinculadas al enriquecimiento de uranio y Trump lo calificó como “muy exitoso”.
La versión oficial estadounidense no reportó bajas ni daños en los aparatos participantes. Ese resultado reforzó la narrativa presidencial sobre la eficacia del B-2 y su capacidad para actuar “totalmente invisible” ante defensas densas. El relato formó parte del paquete de mensajes que atribuyó a la operación el efecto de “obliterar” el suministro nuclear potencial de Irán, afirmación que el presidente reiteró al explicar supuestos nuevos pedidos del bombardero estratégico.
Mientras tanto, Trump mantuvo referencias públicas al B-2 como símbolo de la capacidad estadounidense de ataque de largo alcance. En sus intervenciones de octubre e incluso en la anécdota sobre un sobrevuelo con Vladímir Putin durante una cumbre en Alaska, insistió en que Estados Unidos había ordenado “unos 20” o “28” bombarderos “nuevos” o “mejorados”, siempre vinculados al impacto de Martillo de Medianoche sobre las instalaciones nucleares iraníes, según su versión.
Modernización del B-2, avance del B-21 y entorno presupuestal actual
En paralelo al incremento de uso, la Fuerza Aérea impulsó un programa de modernización y sostenimiento del B-2 valorado en unos $7.000 millones. Abarca actualización de aviónica y comunicaciones, renovación de recubrimientos furtivos y prolongación de la vida útil de las estructuras, con la meta de mantener el bombardero en servicio hasta disponer de unidades del B-21 Raider. Documentos especializados sitúan estas inversiones dentro de un paquete de más de $10.000 millones para el binomio B-2/B-21.
El B-21 Raider, también desarrollado por Northrop Grumman, constituye el eje del plan de renovación de la flota de bombarderos. El primer vuelo ocurrió en noviembre de 2023 y, según la Fuerza Aérea, al menos dos prototipos realizan ensayos en Edwards en una producción inicial de baja cadencia. El Departamento de la Fuerza Aérea prevé adquirir al menos un centenar, con entregas crecientes en la segunda mitad de la década y sustitución de B-1 y B-2.
El contexto industrial y presupuestario vuelve relevante la referencia a regresar a la fabricación del B-2. La línea de producción se cerró hace aproximadamente un cuarto de siglo, tras decisiones del Congreso que redujeron el objetivo inicial de 132 aparatos a 21. Estudios recientes recordaron intentos fallidos de reactivación en los noventa y subrayaron que compuestos, adhesivos y recubrimientos originales ya cedieron paso a materiales más modernos empleados en el B-21.
Análisis del ámbito aeroespacial señalaron que cualquier reanudación de la fabricación del B-2 exigiría restablecer cadenas de suministro especializadas, rediseñar elementos del fuselaje para ajustarlos a materiales actuales y reabrir instalaciones productivas hoy volcadas en el Raider. Esos trabajos indicaron que los planes presupuestarios del Pentágono, tal como aparecen en la documentación oficial, contemplan recursos para modernizar los diecinueve B-2 y aumentar el ritmo del B-21, sin partidas dirigidas a reactivar la producción del Spirit.
Situación de la flota B-2 y operación actual en servicio continental
En total se construyeron veintiún B-2. Uno se destruyó en un accidente en Guam en 2008 y otro quedó fuera de servicio después de un incidente en Whiteman en 2022. La flota actual suma diecinueve aparatos, concentrados en torno al ala 509 y a la Guardia Nacional Aérea de Misuri. Fuentes abiertas coinciden en que, por exigencias de mantenimiento y complejidad del recubrimiento furtivo, suele estar disponible aproximadamente la mitad para misiones de combate.
La Fuerza Aérea mantiene la operación de sus diecinueve B-2 Spirit desde Whiteman y desde despliegues puntuales en bases como Diego García. Esa continuidad coincide con el avance de la modernización de la flota y con las pruebas de los primeros B-21 Raider, llamados a asumir de forma progresiva el grueso de las misiones de penetración en entornos fuertemente defendidos durante la próxima década, según el itinerario previsto por el Departamento de la Fuerza Aérea.
Las discusiones sobre el rumbo de la flota de bombarderos permanecen abiertas mientras prosiguen las inversiones de sostenimiento del B-2 y el desarrollo del B-21. En ese contexto, las reiteraciones presidenciales sobre supuestos pedidos de “unos 20” o “28” aparatos del modelo Spirit aparecieron vinculadas al balance de Martillo de Medianoche. El enfoque oficial de la Fuerza Aérea, no obstante, ubica la prioridad en modernizar los B-2 existentes y acelerar la producción del B-21.
El Departamento de Defensa presentó los despliegues del B-2 como demostraciones de alcance global y capacidad para atacar objetivos fuertemente protegidos, entre ellos instalaciones nucleares iraníes. Esa lectura acompaña la continuidad operativa desde Misuri y el papel simbólico que Trump atribuye al bombardero. La transición hacia el B-21 pretende conservar esas capacidades mientras aumenta la disponibilidad y se renueva la flota, de acuerdo con los planes divulgados para la presente década.