La situación en el sur de Israel se deterioró significativamente el miércoles por la noche después de que Hamás comenzó a golpear a las ciudades y comunidades israelíes adyacentes a la Franja de Gaza con 180 cohetes y granadas de mortero. Decenas de miles de israelíes pasaron varias noches en refugios antiaéreos, las FDI tomaron represalias contra más de 150 objetivos terroristas, y el primer ministro Benjamin Netanyahu y sus generales contemplaron una guerra a gran escala.
Según Hamás, este roce con otra conflagración destructiva comenzó como una represalia a un ataque de las FDI contra dos de sus francotiradores el martes pasado.
Los dos estaban participando en un ejercicio militar al que asistieron los líderes de Hamás y apuntaron sus rifles a un puesto de las FDI frente a la frontera, después de lo cual fueron sacados por un tanque Merkava.
Sin embargo, el inicio de este nuevo estallido de violencia realmente comenzó el 20 de julio, cuando Hamás mató a un soldado de las FDI cerca de la cerca fronteriza en Gaza usando un francotirador.
Desde entonces, Hamás ha estado hablando de una tregua a largo plazo con Israel que incluiría la apertura total del cruce fronterizo de Keren Shalom, que se usa para la importación de productos israelíes.
La demanda de que Israel abra por completo el cruce fronterizo de Keren Shalom no tiene nada que ver con el deseo de Hamás de mejorar la terrible situación humanitaria en la franja de Gaza, pero todo con una corrupción desenfrenada dentro de la parte superior de la organización terrorista.
El Instituto Gatestone acaba de publicar un artículo de investigación que detalla esta corrupción que ha llenado los cofres de Hamás desde que asumió violentamente el control de Gaza de la Autoridad Palestina en 2007.
La corrupción es una forma de que Hamás permanezca en el poder manteniendo otro conflicto de baja intensidad con Israel.
Por esta razón, Hamás comenzó la llamada ‘Gran Marcha del Retorno’ a finales de marzo, los enfrentamientos violentos de dos meses de duración a lo largo de la frontera con Israel en Gaza que se convirtieron en el llamado ‘Kite Jihad’, los ataques diarios con globos incendiarios y cometas que han causado un desastre ecológico en el sur de Israel.
Hamás comenzó estos enfrentamientos violentos para seguir siendo relevante y para ganarse el favor de Irán que está utilizando al grupo terrorista como otro ejército alterno contra Israel.
No es coincidencia que el líder de Hamás al-Arouri, que vive en el Líbano y nunca visitó Gaza, haya llegado oficialmente al enclave costero la semana pasada para celebrar consultas con otros líderes de Hamás sobre el «inminente» alto el fuego a largo plazo con Israel.
Al-Arouri, que pasó años en cárceles israelíes por organizar ataques terroristas, fue responsable de la reconciliación entre Hamás y el régimen islamista en Teherán en octubre de 2017 y la reanudación de la ayuda iraní a la organización terrorista islamita suní.
Poco después de esta reconciliación, Hamás comenzó a prepararse para otra ronda de violencia con Israel, pero tuvo cuidado de no entrar en una guerra total con el Estado judío.
Políticos israelíes como el ministro de Defensa Avigdor Liberman han acusado repetidamente a Irán de estar detrás de la actual ronda de violencia en el sur de Israel.
La presencia de Al-Arouri en Gaza podría ser la razón por la cual Hamás intensificó repentinamente las hostilidades contra Israel.
Después de todo, Irán está trabajando para crear tres frentes contra Israel a través de sus representantes como preparación para una gran guerra contra el Estado judío: Líbano, Siria (donde Irán se ha apoderado de los militares según lo informado por el Jerusalén Post el miércoles) y Gaza.